Oasis: “sitio con vegetación y a veces con manantiales, que se encuentra aislado en los desiertos arenosos de África y Asia”. Ni desierto, ni arena, ni África, ni Asia. Entonces, ¿por qué todo aquel que visita el Jardín de la Casa Ignacio Puig? Bueno, sí, estamos siendo más papistas que Benedicto XVI. Evidentemente es por la fortaleza alegórica de la palabra.
No es desierto, sino todo lo contrario: es bullicio y son coches y son hordas de turistas. Y no es el alivio de quien encuentra el agua. Es la quietud que rompe con el bullicio. Es la calma no antes ni después sino durante la tormenta.
Laureles, magnolias y tilos pertenecientes a un espacio público al que para llegar tienes que cruzar el vestíbulo del Hotel Petit Palace Opera Grade (Boquería, 10). “El espacio público más escondido del barrio Gótico”, según lo define la Xarxa Veïnal de Ciutat Vella.
Pocos espacios recogen mejor la ironía de ser de titularidad privada, pero de uso público. Al menos lo son desde las 10:00 hasta las 18:00 h. ¿Por qué? Pues porque aunque el jardín romántico, restos de un palacete de 1881, está dentro de un edificio protegido, pertenece a un hotel.
Son las grandes ironías de esta ciudad. Entre cemento y turistas: un lugar verde y vacío. Para tener un viaje a un sitio romántico que te lleva a pensar que estás fuera de Barcelona, hay que entrar a un hotel. Quizás por eso lo desconocen la gran mayoría de los barceloneses.