La Sagrada Familia es de los monumentos más visitados del mundo, pero no por ello más conocidos. En la fachada de la Passió se ubica un jardín a 25 metros por encima del suelo. Las torres de San Bartolomé y Santo Tomás quitan mucha luz a las plantas, a las que poco parece importar su ubicación, porque no necesitan tomar el sol durante demasiado tiempo.
Con el fin de mantener sanas a las plantas, se las nutre reciclando el agua recogida de la lluvia, que se purifica y se riega por goteo. Y para evitar que la humedad se traslade al templo, el huerto está dotado de un sistema de impermeabilización. Nada se deja al azar en en este jardín cerrado al público que se utiliza únicamente con fines espirituales. El pequeño vergel simbolizaría el sepulcro de Jesús, una alegoría que hace de este recóndito rincón uno de los lugares más espléndidos de la ciudad.