Si te parece difícil condensar toda Barcelona en un mapa mental, cuando la misma tarea se extiende a Catalunya la tarea es imposible. Por muchos años que se vivan en esta región sus tesoros no dejan de sorprendernos. Y uno de estos tesoros es la Fageda d’en Jordà.
Este espectacular hayedo de la comarca de La Garrotxa es uno de esos entornos naturales que quitan el hipo, que invitan a perderse, que le embriagan a uno. La mística de la Fageda no es nada nuevo. Sus colores y sus hileras de hayas han inspirado a pintores y poetas. Joan Maragall, por ejemplo, le escribió este poema:
Saps on és la fageda d’en Jordà?
Si vas pels vols d’Olot, amunt del pla,
trobaràs un indret verd i profond
com mai cap més n’hagis trobat al món:
un verd com d’aigua endins, profond i clar;
el verd de la fageda d’en Jordà.
El caminant, quan entra en aquest lloc,
comença a caminar-hi a poc a poc;
compta els seus passos en la gran quietud:
s’atura, i no sent res, i està perdut.
Li agafa un dolç oblit de tot lo món
en el silenci d’aquell lloc profond,
i no pensa en sortir, o hi pensa en va:
és pres de la fageda d’en Jordà,
presoner del silenci i la verdor.
Oh companyia! Oh deslliurant presó!
Este hayedo se levanta sobre una colada de lava del volcán del Croscat, y no es el único. Otros 21 volcanes de la comarca de La Garrotxa rodean este bosque de hayas. El paraje es doblemente excepcional por su orografía: un terreno llano, facilísimo de caminar, y a una altitud de solo 550 metros. Y también porque, para nosotros, acostumbramos a ir del trabajo al sofá y del sofá al trabajo, pasear por la Fageda te reportará todo lo bueno de la naturaleza pero sin sobreesfuerzos.
La mejor época del año para visitar este parque natural es otoño, cuando los tonos marrones, ocres y rojizos de la hoja caduca empiezan a colorear el paisaje. Las fotografías que puedes tomar aquí entonces, como imaginarás, son espectaculares.
Poco después, con el invierno, los árboles pierden las hojas y el espectáculo cambia. Un manto inmenso de hojas cubre el suelo y la postal de troncos infinitos que se suceden adquiere un aire diferente, pero igualmente mágico. Con la primavera y el verano, el bosque vuelve a mutar y su visita sigue siendo igualmente recomendable. Las copas de los árboles se visten de un verde radiante que contrasta con el marrón del suelo, y las temperaturas, más agradables, hacen la visita más placentera.
La entrada a la Fageda es gratuita y puede llegar en coche. Justo a la entrada hay un aparcamiento que cuesta 4 euros por vehículo. Allí encontraréis también un punto de información y carruajes de caballos que recorren una zona del bosque. Pero sin duda lo mejor es elegir una de las rutas que el parque ofrece y seguirla al ritmo de cada cual.