¿De dónde sale uno de los símbolos más reconocidos de Barcelona?
Una flor con cuatro pétalos. Es una de las imágenes más icónicas de la ciudad de Barcelona. La ves en postales, imágenes de marca, fotos trendy en Instagram o incluso en la piel de muchos barceloneses. Pero, ¿qué es esta misteriosa flor minimalista?
La respuesta, como siempre, está en la historia. Concretamente en la entrada de la Casa Amatller, uno de los reclamos turísticos más importantes de Barcelona que para muchos por triste que parezca no deja de ser «la que está al lado de la Casa Batlló». Es en el patio de carruajes de esta casa donde en 1900 se probaron las baldosas con este dibujo ideado por el arquitecto Josep Puig i Cadafalch (como el resto del edificio, dicho sea de paso).
Esa fue la primera vez que la famosa flor apareció por Barcelona, pero no tardó mucho en conquistar el asfalto de gran parte de la ciudad, especialmente de l’Eixample.
A principios del siglo XX la ciudad empezó a tener problemas importantes de fango en sus calles. La situación era bastante caótica y el crecimiento de Barcelona no hacía más que empeorarla. Para que dejara de formarse barro, se empezaron a barajar ideas y finalmente se establecieron cinco modelos de baldosas en 1906 con relieve negativo que ayudarían a dar salida al problema gracias a su diseño en relieve: una calavera, un círculo concéntrico, cuatro pastillas, cuatro pastillas con cuatro círculos y el panot de flor.
Poco a poco estas losetas fueron desapareciendo de la ciudad, pero el Ayuntamiento decidió poner fin a ese deterioro y mantener viva una de las imágenes más icónicas de la ciudad.
Foto de portada: sintitulo20.blogspot.com.es