Empezamos una saga de artículos orientada a resolver los enigmas detrás de los nombres de algunas de las calles más importantes de Barcelona.
Suele y debe ocurrir que, en toda la mundanidad de un paseo, no solemos reparar o no adquirimos total consciencia del éter por el que transitamos, ni de con quien lo compartimos. No sólo es normal, sino que es lógico.
En ese sentido, suele pasar (también debe) que normalizamos el uso de sustantivos comunes, verbos y nombres propios. Y cuando reparamos en el significado etimológico de ellos nos quedamos con una sensación de vacío digna de admirar.
Ese es el objetivo de esta saga de artículos: dejarte con esa sensación de vacío. Y lo vamos a conseguir hablándote del origen del nombre de algunas de las calles más emblemáticas de Barcelona.
Como el Carrer de la Princesa. Ubicado en el Distrito de Ciutat Vella, esta mítica calle de 550 metros nació como parte de un proyecto del ayuntamiento fechado en 1820. La intención era la de abrir una calle recta, larga y ancha que permitiese las conexiones entre arterias principales en una ciudad todavía amurallada.
Para construirla se tiraron parcial o totalmente unas cuentas viviendas y había de por medio objetivos higienistas, sí, pero sobre todo militares: así se facilitaba el desplazamiento de tropas hasta la Ciutadella.
En su día fue la calle más ancha de la ciudad: una travesía burguesa, señorial. El equivalente al Paseo de Gràcia a día de hoy, que se podría decir.
Dada la condición noble de la calle, se antojaba necesario un nombre acorde con sus características. Y, la casualidad, había nacido hacía poco Isabel de Borbón y Borbón, hija de la reina Isabel III, heredera del trono hasta que nació su hermano Alfonso.
Isabel se granjeó una simpatía entre las clases populares que pocos Borbones puedan decir haber disfrutado. Era conocido entre el populacho por el apelativo cariñoso de La Chata y no fue obligada a exiliarse tras la proclamación de la II República (aunque ella se marchó).
A pesar de esta popularidad y permisividad para la izquierda de principios de Siglo XX, el nombre de la calle fue modificado durante este periodo sin corona. En 1932 la calle se rebautizó con el nombre de Pablo Iglesias.
Poco duró. Al acabar la guerra, la calle retomó su nombre original.
Lo cual, de todas formas, nos lleva a plantearnos si no hubiera sido más lógico bautizar a la calle con el nombre de Isabel y no con su puesto, dado que éste se antoja impreciso, caduco e impersonal.