Paral·lelo, en Carrer de Sèneca, 18, es la mejor heladería por la elaboración artesanal de sus helados y por lo surrealista de algunos de sus sabores.
Paral·lelo, así se llama esta heladería, no homenajea ni se refiere a lo que otrora fuera conocido como el Broadway barcelonés. No. Referencia, más bien, a su condición de heladería-paralela-a-la-realidad. Paral·lelo revienta todas y cada una de las ideas vinculadas al estatus quo heladero (si es que se puede hablar de un estatus quo heladero).
En Paral·lelo se reinventan, se resignifican y se reinterpretan –sin prejuicios, sólo con el método de ensayo y error- todos los sabores posibles. Y se hace con una clave en común: que estén a menos de cero grados.
Paral·lelo, igual te suena por su carretilla de heladero ambulante (presente en mercados o festivales) o por su negocio fijo en el barrio de Gràcia (en Séneca, 18) o igual ni te suena, es el típico local que figura en todas las listas de mejores heladerías de Barcelona. Nosotros vamos más allá. Y afirmamos de forma taxativa, innegociable y perentoria que es la mejor.
Sus helados son artesanos y no permitimos que se ponga en duda dicha afirmación -¿quién comercializaría al por mayor unos helados de gusto dudoso y público escaso?
El tema es que los helados de Paral·lelo son de elaboración diaria y con productos –siempre que es posible- de temporada (si quieres tomarte un helado de fresa el 15 de diciembre, lo tienes complicado), bio y kilómetro cero. Para dar cuenta de la magnitud del asunto, basta con el siguiente dato: ellos mismos tuestan los pistachos que luego serán helados.
En Paral·lelo, como si se tratara de un restaurante chic, la carta va variando y lo único que permanece son los conceptos que la vehiculan. Gelato, sorbete, helados de polo o polos de hielo: las patas en las que se apoya este baile irregular y delicioso de sabores.
Algunos de ellos, de sus sabores, son los siguiente: cheddar ahumado con bacon crujiente, parmesano con vinagre de Módena o el de roquefort francés. O la joya de la corona: el de aguacate y tomate con albahaca. No obstante, como habrá averiguado el lector, no todo es jauja y también hay helados para los más reaccionarios. Quien quiera su helado de limón, de vainilla o de pistacho también lo tiene.
Paral·lelo es, en suma, un local que bien merece una visita ex profeso. Uno de esos lugares que justifican un puñado de kilómetros recorridos para meterle unas pocas cucharadas a un –teórico- simple helado.