Más de mil palomas «ocupando» una casa. Las aves más icónicas de Barcelona se han hecho, cual panorama post-apocalíptico, con el entorno de la calle Piquer del barrio del Poble-sec, donde los vecinos ven como, desde hace meses y al calor de una finca abandonada, una colonia cada vez más grande de palomas se ha hecho fuerte y ha empezado a expandir sus nidos por la zona.
Se trata del número 10 de la calle Piquer, un edificio centenario, propiedad de unos particulares con varias propiedades en la ciudad, lleva años abandonado. Allí, además de las palomas (de las que se calcula que viven más de mil en el edificio), también ha florecido una plaga de ratas y cucarachas, que ha agotado la paciencia de los vecinos y las autoridades municipales.
Después de años de dejadez, el inmueble fue limpiado en octubre pasado por la propiedad, tras años de quejas vecinales y multas del ayuntamiento por un total de 8.000 euros. También se instaló una red que impidiera el acceso de los animales al solar desocupado.
No obstante, los vecinos denuncian ahora en un reportaje de El Periódico que ahora la situación no ha mejorado, sino lo contrario. Los nidos no para de crecer en la misma finca, o en el entorno, y se han observado palomas muertas atrapadas en la red y otras que aún logran colarse por rendijas en el techo.
Mientras el futuro de esta zona es un misterio, lo cierto es que no es la única de la ciudad afectada por el exceso de aves. El Ayuntamiento de Barcelona calcula que la población de palomas en la ciudad quintuplica lo recomendado, con entre 80.000 y 120.000 ejemplares según el último censo de 2017. La situación se ve empeorada por los «superalimentadores», unas 350 personas que proporcionan entre 3 y 5 kilos diarios de comida a las palomas, contribuyendo a la sobrepoblación