Mientras aquí en Barcelona no podemos ni siquiera disfrutar de nuestros bares, en Nueva Zelanda el grupo Six60 celebró el pasado día 16 de enero un multitudinario concierto para 20.000 personas al que los asistentes acudieron sin mascarillas y sin necesidad de respetar la distancia social. Tan solo tomaron la temperatura a los asistentes. También en octubre del año pasado la cantante Benee celebró otro concierto para 6.000 personas en condiciones similares. ¿Cómo es esto posible?
Lo cierto es que la forma en que el coronavirus ha impactado en este archipiélago del Pacífico no es comparable con las dimensiones que la pandemia ha adquirido en países de Europa occidental o el continente americano. Allí, en Nueva Zelanda, durante la primera ola de la pandemia solo fallecieron 25 personas. En total, 1.530 casos confirmados desde el inicio de la pandemia. A día de hoy, solo Barcelona cuenta con casi 3.000 personas hospitalizadas en la UCI.
Por todo ello, y aunque los casos a día de hoy no son comparables, Nueva Zelanda es un buen ejemplo de la luz al final del túnel, aunque no le ha salido gratis. El país ha sufrido también confinamientos y restricciones que han provocado una recesión económica con una caída del 12,2% del PIB en el segundo trimestre del año pasado.
En Barcelona, lo más parecido a esto fue el proyecto piloto celebrado en la Sala Apolo hace unas semanas y que tuvo resultados muy positivos.
El ensayo consistió en un pequeño concierto celebrado el 12 de diciembre al que solo se podía acceder tras someterse a un test rápido. Los resultados del ensayo se esperaban como agua de mayo no solo entre el sector de la música en directo, sino también entre lo fans más melómanos. Y los resultados no pudieron haber sido mejores: cero contagios.
En palabras de los investigadores a cargo del estudio, «los resultados demuestran la utilidad de las medidas de seguridad implementadas, que incluye el cribado con test de antígenos antes de la asistencia al evento […] La asistencia a un concierto con música en vivo que se realice en condiciones de seguridad no se asocia a un incremento de infecciones por SARS-CoV-2.»
Los participantes en el estudio se dividieron en dos grupos: los que finalmente accedieron a la sala y disfrutaron del concierto, un total de 463 personas, y los que, pese a participar en la investigación, no entraron a la sala. Entre el primer grupo, los asistentes al concierto, no se detectó ningún contagio mientras que dos personas del grupo que finalmente quedó fuera del concierto se acabaron contagiando.