
Ubicado en el Eixample de Barcelona, sus calles, sin embargo, ya empiezan a torcer nuestros pasos de una forma distinta de camino al Raval. Sant Antoni comenzó a transformarse a partir de los años 80 hasta llegar a ser el que es hoy: un barrio que aúna tranquilidad y ambiente y en el que lo viejo y lo nuevo conviven en perfecta armonía.
Mercat Dominical de Sant Antoni
El mercado social y cultural de estas características más grande de Europa se sitúa en el centro neurálgico de un barrio de los de toda la vida, justo en el exterior del Mercado de Sant Antoni. Allí, su cita de los domingos ha sido insalvable incluso durante los años que duraron las obras de restauración del Mercado, 11 años durante los cuales las mesas de libros, cómics o fotografías antiguas se colocaban bajo un techado de chapa provisional en Comte d’Urgell.
Hoy no ha perdido en nada su esencia y es uno de los mejores planes para arrancar el último día del fin de semana al sol, antes del vermut.
Carrer del Comte d’Urgell, 1
Bodega d’en Rafel
Hay cosas como el vino de barrica o el jamón al corte a las que más que de clásicos, deberíamos calificar de indiscutibles y atemporales. Colocar esta recomendación al principio del todo no es baladí: aquí se madruga, se come y se cierra. Volver a la Bodega d’en Rafel sienta bien al alma tanto de los peregrinos, como de los feligreses que llevan acudiendo a su segunda casa desde que abrió, en la década de los 60.
Y no hablemos de los placeres del paladar y del bolsillo. Aquí todo es lo que tiene que ser: lo humano, humano, el vino, bueno y la comida, casera. Que si pides una croqueta te pongan una croqueta no es algo que pase todos los días (y menos una tan espectacular), a no ser que tengas ya el codo hecho al mármol de las mejores mesas de la calle Manso.
Carrer de Manso, 52
Bar Calders
Donde hay bulto hay calidad, así que, más que un handicap, que un sitio siempre esté lleno se convierte en un buen indicador de que estaremos eligiendo bien. De todas maneras, ¿dónde no hay que esperar para sentarse últimamente?
Tapas sencillas y ricas para compartir y acompañar el vermut en un bonito y acogedor interior de techos altos, o en una amplia terraza. La primera que se nos viene a la cabeza tanto en invierno como en verano, ya que está resguardada en un pequeño callejón, abierto a la calle Parlament. Cuando hace frío, los toldos te protegen del frío y de la lluvia y, cuando hace calor, las sombrillas refuerzan la sombra con la que ya contabas. Perfecto. El único handicap de nuevo es que, una vez que te sientas en el Bar Calders, igual no te levantas.
Carrer de Parlament, 25
Librería Calders
Al fondo del mismo callejón tenemos una casa de libros que, a pesar de su juventud, es de las más famosas de toda Barcelona. Conocida directamente como “La Calders”, siempre con una mesita y dos sillas junto a su puerta cuadrada de metal y cristal bajo su marquesina de madera. La estética industrial de esta librería continúa en su amplio interior, donde sólo encontrarás personas y libros, especialmente en lengua catalana y de autores locales.
Homenajeando al autor con su nombre, la librería Calders se define a sí misma como “llibrería especialitzada en llibres”. Hablamos, además, de un importante foco cultural no sólo para el barrio, sino también para la literatura Catalana.
Passatge de Pere Calders, 9
Bar Ramón
Fundada en 1939 por Ramón Estalella, en esta casa que es ya es un templo del rock y de los buenos ratos entre amigos, las paredes se convierten en un museo de la música y los platos en el escenario de las mejores tapas. Donde el bacalao con alioli o las gambas al ajillo son ya conocidas estrellas y reclamo del lugar, y donde la cerveza en jarra de cerámica es la marca de la casa.
Carrer de Comte Borrel, 81
Bodega Els Sortidors
Una bodega que mantiene lo rústico, en un espacio totalmente modernizado. Techos altos, madera y luz cálida que trepa por los barriles, las botellas y la piedra vista. Una preciosa barra sujetando platos y copas relucientes y adosada a un mostrador que ilumina las chacinas, los encurtidos y las conservas para hacerte la boca agua. Todo de la mano de un servicio que denota la pasión y el cariño por lo que tiene entre las manos.
Los amantes del buen vino encuentran aquí un templo y una impresionante selección de vinos catalanes casi a precio de venta en tienda y unas tapas tan sencillas como originales para terminar de culminar los placeres de los paladares más exigentes.
Carrer del Parliament, 53
Barna Brew
“Nacida en Bruselas. Elaborada en barcelona”. Así se presenta a sí misma esta cervecería que encontrarás en la misma fachada que la Bodega Sortidors, para servir, en su caso, a los amantes cerveceros. Este es una propuesta muy clara y auténtica, que toma las recetas ce las cervezas clásicas belgas para darles un giro desde aquí, desde Barcelona, y servirlas recién selladas con la marca de la casa.
Además del abanico que presenta su grifo y de una carta de comidas que no se queda atrás, Barna Brew ofrece exhibiciones de cerveza, música en directo los domingos y una agenda constante de nuevos lanzamientos.
Carrer del Parlament, 53
Librería Prole
La encontrarás tras una marquesina con bien de carácter en negro sobre blanco y dos vitrinas rectangulares sobresaliendo de una de las fachadas de la peatonal Comte Urgell. Para cualquier fan de las pequeñas librerías que aún no la conozca, descubrirla será como enterarse de que su grupo favorito ha sacado otro disco.
Tanto libros nuevos como de segunda mano, en este proyecto transversal e inevitablemente comprometido que trabaja desde una perspectiva queer, transfeminista y antirracista, y que ha sido llevada adelante por tres mujeres. Una idea que comenzó a gestarse en 2017 y cobró vida dos años después como Prole, el precioso espacio que, además de libros, acoge en una mágica intimidad presentaciones, lecturas y micros abiertos.
Carrer de Comte Borrell, 100
La Pizza del Sortidor de Parlament
Las pizzas se venden enteras o al corte, pero siempre para llevar, y son el plan perfecto cuando el hambre llega a la «superilla» peatonal de Parlament.
En internet aparecen con un nombre y, si les preguntas, quieren identificarse a través de su ubicación: Pizza del Sortidor de Parlamet. Pero su marquesina de azulejos negros y azules que enmarcan las pizzas gigantes (¡y buenísimas!) siempre expuestas de cara a la calle, reza “Peluquería”. Un vacile que, precisamente, la hace inconfundible.
Carrer del Parlament, 17
Casi 9
Si tu estilo tiene de todo menos miedo, te gustan los mercadillos y acabas de mudarte a Sant Antoni o alrededores, no dudes en pasarte por el tramo de la calle Calabria que cruza con Manso, llegando a Paralelo. Esta tienda de antigüedades acumula de todo a lo largo de sus baldosas y estanterías. Desde muebles hasta juegos de té, pines, muñecos o aparatos antiguos. De todo. Un paraíso de estética y nostalgia, donde al menos tus ojos disfrutarán del paseo.
Carrer de Calabria, 17
Cuina Panda
Hace unos años, este pequeño local de la calle Sepúlveda esquina con Viladomat, abrió con demasiada timidez empresarial, ofreciendo poco más que desayunos. Pero con la pandemia decidió echar toda la carne, todos los noodles y todo el pak choi en el asador, para ofrecer al barrio las recetas más típicas de su provincia natal, Sichuan. Ahora es un bonito restaurante, muy personal donde se come casero, al que no te recomendamos ir si lo que te apetece es no salirte del típico ramen miso.
Carrer de Viladomat, 101
TurQuesh
Hay dos tipos de tienda de segunda mano, las que sólo venden y las que son también un pequeño museo. TurQuesh es de las del segundo tipo y, además, los precios no son caros, sobre todo teniendo en cuenta la selección que ofrece en lo que refiere a marcas y personalidad. Aquí encontrarás zapatos, bolsos, camisas, bicicletas, juegos de mesa, broches y pendientes. Y, en ocasiones también un lugar para pequeñas exposiciones y eventos. Y, sí, recogen ropa y lo hacen con fines humanitarios y enfocados al reciclaje.
Carrer de Sepúlveda, 100
Bar Bodega Gol
Aunque por mucho que insistas sólo los saquen sábados y domingos, el mejor gol son, posiblemente, sus buñuelos de bacalao. Pero no sólo: también son famosos sus caracoles o el arroz que cada jueves ofrecen religiosamente. Hace casi medio siglo que Bar Bodega Gol abrió sus puertas como la casa del barrio a la que se va a comer y a beber en condiciones. Y no hace ni dos años que el cuidado de su esencia paso a ser cosa de las manos y la cabeza de Javier Caballero.
Ahora acaban de estrenar unos barriles preciosos y enormes de los que, palabra, emana una fresquísima Estrella Galicia que va a pasar directamente a tu vaso.
Carrer del Parlament, 10
La Llama Store
No tiene muchos años, ni siquiera pocos, pero ojalá le quede un siglo por delante. Su propuesta es ser un lugar especializado en el humor y no sólo vender libros, sino también… cosas (artículos divertidos, de esos que cuesta ver y no llevarse). Además, esta original librería presta su espacio para organizar cursos, exposiciones, grabaciones de podcasts o micros abiertos, agenda para la cual cuenta a menudo con los mejores de la escena del humor y del arte.
Carrer de Villarroel, 34
Sant Antoni Gloriós
“Mandu”, chef del Sant Antoni Gloriós, fue finalista a cocinero del año, apareció en el New York Times y sigue en el barrio ofreciendo una carta de tapas a otro nivel. Mandu es un genio en muchos sentidos, pero sobre todo en la cocina. Además, sus bravas son a todas luces unas de las mejores de Barcelona. Una tasca de toda la vida a simple vista que no explica todo lo que pasa en esa cocina. Además, también puedes pedir allí comida de Nomad Road, el restaurante de comida callejera asiática que inauguraron ellos mismos no hace mucho.
Carrer de Manso, 42
Horchatería Sirvent
Helados y horchatas artesanales en uno de los locales más históricos de Barcelona. Aunque la especialidad son los turrones, conocidísimos por su excepcional calidad. Los Sirvent son la saga familiar que sostiene este negocio y su particularidad e inigualable oficio desde 1926.
Aunque tienen otro establecimiento en Balmes, en Sant Antoni los encontrarás llegando a Ronda de San Pau, si miras hacia tu derecha.
Carrer del Parlament, 56
Pizzería Pummarola
Un poco más adelante, sólo a unos metros y haciendo esquina, te encontrarás con las mesas de la terraza de una pizzería que puede que a veces pase desapercibida. Sin embargo, si la pizza napolitana fue declarada por la UNESCO patrimonio de la humanidad, la del Pummarola es una de las primeras recomendaciones declaradas por los italianos afincados en Barcelona. Y seguramente, también de los residentes en Ibiza, donde Pummarola tiene su otro local.
Ronda de Sant Pau, 59
Bar Alegría
Si la estética te atrae aunque sea sólo un poco, cuando pasas por delante, frenas y preguntas “¿esto tan bonito qué es?”. Un bar del año 1899 en plena Gran Vía, que despliega, en la esquina con Urgell, sus sillas de madera clara, unos portones intactos y la intuición de un interior cargado de romanticismo.
La familia de José Cortés Domenech fue sucediendolo en el cargo del Bar Alegría hasta que, en 1918, Carles i Tomas Abellan y Max Colombo renovaron la licencia.
Carrer de Comte Borrel, 133
Empanadas Rekons
Como ellos mismos dicen, se podrían definir como un bar de tapas, como un restaurante argentino, como una panadería… Pero lo que hace recordable a esta esquina, son sin duda sus empanadas. Este bonito lugar familiar y gastronómico nació en 2009 en Sant Antoni y ya es imposible imaginar la esquina de Urgell con Floridablanca sin su terraza. Por cierto, si no te ha dado nunca por subir, que sepas que arriba tienen un saloncito pequeño con una o dos mesas. Un encanto de sitio.
Fábrica Moritz
Sí, hay quienes saben que en Ronda de San Pau está la Fábrica de cerveza Moritz pero no saben que ésta también es bar y restaurante. Y hay a quienes les ocurre lo contrario. Por eso, porque es imprescindible se mire por donde se mire y porque, además de ser ambas cosas, este lugar organiza talleres y catas de la mano de la que es la cervecera local por excelencia, tenía que aparecer sí o sí en esta lista. Y también porque, de paso, las bravas están buenísimas.
Ronda de Sant Antoni, 41