Ya se sabe que las cosas del palacio (de la basílica) van despacio.
No se había celebrado la primera Expo Internacional y por supuesto tampoco se había fundado el F.C. Barcelona. Esas dos referencias pueden servir como unidad de medida de todo el tiempo que ha pasado desde que en 1885 Gaudí pidió los permisos que nunca se renovaron.
Así, a falta de siete años para que acabe la obra magna de Antoni Gaudí, el Ayuntamiento ha puesto en marcha el procedimiento que obliga a los gestores de la Sagrada Familia a pedir la licencia de obras.
Ya comentábamos en esta noticia de hace medio año que la Junta Constructora de la Sagrada Familia había llegado a un acuerdo con la Sagrada Familia. El acuerdo partía de dos bases: la Junta debe pagar 36 millones de euros en 10 años para mejorar los entornos de la basílica y el transporte público.
La otra base es la solicitud del permiso, que ya ha sido emitida. Ahora desde el consistorio deben confirmar que todas las normativas están bien y que todo se adapta a los planos pactados con Colau.
Ahora lo que falta es saber cuánto tienen que pagar por la licencia. Una cifra que vendrá determinada por los metros cuadrados utilizados –se calculan que unos 45.000– y por posibles descuentos derivados de ser una obra de especial interés y utilidad municipal.