El auge de casos de las últimas semanas y las nuevas restricciones adoptadas durante estas fiestas han conducido a los gerentes de La Paloma a posponer su reapertura. Aunque estaba previsto que retomase su actividad durante estas Navidades, las puertas de la que es una de las salas de baile más antiguas de Europa permanecerán cerradas hasta que termine la pandemia. La decisión se debe a la incertidumbre que impera en la restauración durante los tiempos del coronavirus, que ha llevado a los responsables del local a decantarse por esperar hasta tener garantías de continuidad.
13 años desde su cierre
Hay algunas palabras o expresiones, sobre todo aquellas que remiten al tiempo, que son extremadamente ambiguas. “El otro día”, por ejemplo, puede ser una de ellas: el otro día puede ser antes de ayer o hace cuatro años. “Temporalmente” también lo es. Por ejemplo, si cierran una sala de baile en Nochevieja de 2006, informan de que el cierre va a ser temporal y abre 13 años más tarde, nadie estará engañando a nadie. El cierre ha sido temporal.
Ese, claro, es el caso de La Paloma. La Nochevieja de 2006 –porque los grandes acontecimientos tienen que caer en fechas señaladas–, el local fue suspendido por no cumplir con la normativa municipal de sonido. Mercè March, propietaria, confiaba en que el cierre sería temporal. Un par de retoques aquí y otro par de retoques allá y puertas abiertas a los pasodobles.
Aunque, bien pensado, las puertas nunca han estado cerradas. En declaraciones a La Vanguardia y a Time Out, dice Mercè que no ha parado de ir a La Paloma a ocuparse de que todo se mantuviera en perfecto estado. Como si mañana mismo –ese mañana es aplicable a cualquier día anterior a hoy en los últimos doce años– fuera a abrir. Como el futbolista retirado que limpia y relimpia incansablemente su balón de oro.
No es en vano la metáfora: el pan de oro que actúa como elemento ornamental por doquier que uno mire en La Paloma es, indudablemente, uno de los rasgos característicos del local. El pan de oro, la icónica lámpara y el terciopelo rojo.
Todo listo para el despegue
Así pues: sin polvo, ni insectos sustituyendo a personas, ni bombillas fundidas. En La Paloma casi todo está en orden. Los principales contratiempos que faltaban por solventar, tales como la insonorización, el cumplimiento con las medidas de seguridad que exige la legislación vigente y la renovación lógica de elementos como neveras, ya han sido resueltos. Las únicas cuentas pendientes son la contratación del personal y la ultimación de unos trabajos en la cubierta y, una vez finalizadas, el (nuevo) local de la calle Tigre, 27 estará listo para abrir sus puertas al público.
Sin embargo, no está listo precisamente lo que sus responsables consideran que es lo más importante: que se den las circunstancias adecuadas. Por ello, si bien Mercè March había afirmado en sus declaraciones a Betevé que «ens agradaria moltíssim obrir de cara a Nadal», por ahora La Paloma seguirá esperando a que llegue el día en el que poder volver a bailar.
No obstante, tras 13 años de espera no es momento de perder la fe. No deja de ser bonito que en un clima de proliferación de cadenas de hamburgueserías, de grandes almacenes de venta de ropa y de cierre de bares emblemáticos quede un lugar para el pasado –que no para la nostalgia.