Los más jóvenes no, pero los mayores seguramente recuerden la figura del sereno, una especie extraña de policía de barrio que actualmente, y hasta que los municipios catalanes lo han recuperado, parecía difícil de explicar.
El sereno era una especie de policía sin arma, una figura cuyo cometido, a principios y mediados del siglo XX, era guardar las pesadas llaves de las antiguas cerraduras de los edificios del barrio, encender y apagar las farolas, que no eran eléctricas y patrullar los calles para avisar a la policía o los bomberos en caso de ver algo extraño.
Con la modernización de las cerraduras, las llaves más pequeñas, los porteros automáticos o la electrificación de las farolas el sereno fue perdiendo cometidos hasta desaparecer completamente a mediados de los setenta. Pero ahora, casi medio siglo después, vuelven a aparecer.
Serenos para serenar las calles nocturnas
Son ya cinco las ciudades que han recuperado esta figura desaparecida: Santa Coloma de Gramenet (Barcelona), Premià de Dalt (Barcelona), Cornellà (Barcelona), Figueres (Girona) y ahora, también, Mataró (Barcelona).
Pero los serenos del S.XXI ya no cargan llaves ni encienden farolas, si no que tienen un cometido muy específico: mejorar la percepción de seguridad en las calles de una Catalunya en la que el tema de la inseguridad aparece diariamente en el debate público.
Por ello, según el Ayuntamiento de Mataró, la prueba de la creación de un cuerpo de serenos «tiene por objetivo mejorar la convivencia y la percepción de confianza en el espacio público; incrementar la eficacia y eficiencia de los servicios públicos; y aumentar la capacidad preventiva, inspectora y asistencial de los servicios de seguridad, civismo y espacio público durante el horario nocturno».
Al final, la función de este cuerpo será de los agentes cívicos en su versión nocturna. Irán identificados con chalecos, y tendrán rutas de servicio predefinidas y coordinadas con Policía Local, a quienes avisarán siempre que se produzca alguna incidencia relacionada con la seguridad, el civismo y la convivencia.
Taambién actuarán como informadores de campañas de prevención y detección en situaciones relacionadas con la violencia de género o situaciones de vulnerabilidad, entre otros.
En el caso de la ciutat maresmenca, el equipo estará formado por 12 personas contratadas por el Ayuntamiento mediante planes de ocupación para personas con dificultades para acceder al mercado laboral, mientras que en Premià la tarea la ejerce una empresa privada.
En definitiva, de una manera u otra, el servicio de los serenos, como tantas otra cosas antiguas desaparecidas, parece que vuelve en pleno s. XXI.