A veces parece que cada plato tiene un momento, lo que ahora llaman un mood. Y luego hay platos que vienen siempre bien, que siempre apetecen. En esta segunda categoría entrarían los Tinos.
Los Tinos son algo nuevo, que se parece mucho a algo que ya has comido antes, pero no sabrías definirlo con precisión. De hecho, ellos dicen que no son ni una pizza, ni una empanadilla, ni un burrito, de lo que se podría deducir que para entender qué es un Tino debemos imaginar algo parecido a la fusión de los tres anteriores. Y lo cierto es que la idea no va muy mal encaminada.
La sensación al probarlos es de puro placer, un placer similar al de comer una pizza de dos o tres bocados que ha sido enrollada para evitar que se enfríe. También puede pensarse como un bollo de pan casero (tanto que solo se hacen 500 al día, ni uno más) de una textura suave, que casi de deshace, y que se rellena de diferentes salsas y sabores. Los tienes de pesto y pollo; de chorizo, puerro y queso manchego; de queso de cabra, pistachos, mozzarella y miel; de brie con cebolla caramelizada; y muchos más.
Él éxito de los Tinos radica en haber creado algo nuevo y al mismo tiempo algo profundamente familiar. Pero también en el hecho de ser un producto tremendamente versátil, que se puede consumir en cualquier sitio y en cualquier momento del día. Y también hable mucho de ellos (y muy bien) el hecho de que no utilicen nada de plástico para empaquetar ninguno de sus productos.
Puedes pedirlos a través de cualquiera de las plataformas clásicas de comida a domicilio.