La romantización siempre viene después, mucho después. Cuando ya media entre pasado y presente el tiempo suficiente para olvidar o para no haber conocido. Pasa con tantas cosas: la casa en el campo, la vida de nuestras abuelas, los pantalones campana. También con las Tres Chimeneas.
Estos gigantes de hormigón que se levantan frente al mar, en Sant Adrià de Besòs, son parte de la postal mental del litoral barcelonés. Se cuentan por cientos las fotos en redes; también aparecieron en la película El maquinista, que hoy es lo que llaman peli de culto. Pero estos tres torreones grises y solitarias que hoy simbolizan lo propio, llegar a casa, fueron antes algo más. Para entenderlo bien entrevistamos a Gina de Tera y Ferran Grao, autores del documental On/Off: Les Tres Xemeneies.
Fueron empleo
Estas tres chimeneas, la parte más visible de la central térmica, «eran supletorias al sistema de electricidad de Catalunya. Pero en el momento que entraban en un pico de demanda podían generar entre el 25 y el 30 por ciento del consumo eléctrico que se utilizaba en Catalunya. Esto generaba muchos puestos de trabajo», explica Ferran, quien asegura que «aquí se generaban 1050 MW/h, que es más o menos lo que genera una central nuclear». Tanto empleo que el lugar demandaba la mano de obra que llegaba del sur; jornaleros acostumbrados a la vida dura del campo que no entendían que se les fuera a pagar por estar pendientes de un trabajo que muchos días no llegaba.
Fueron contaminación
Las cifras registradas en aquellos años hacen que hoy nos llevemos las manos a la cabeza, pero cualquier indicador, ya sea de agentes contaminantes en el aire o de vertidos tóxicos en las aguas, era una evidencia mucho más abstrusa que el polvo negro que las mujeres barrían en sus terrazas (porque qué hombre tocaba una escoba en los años 60). No hay que ser un genio de la ecología. «De las tres chimeneas había una, la más contaminante de todas, que utilizaba “cop de petroli”, que es el último componente del petróleo que ya no se puede utilizar para nada más. Las consecuencias de encender las chimeneas eran que los vecinos por la noche dejaban los coches aparcados en la calle o la ropa tendida, y a la mañana siguiente tenían marcas en la pintura de los coches o la ropa también tenía manchas amarillas y algún agujero. Lo más visual de todo era que los jardines y terrazas se llenaban de polvo negro», explican los autores del documental.
«La chimenea estaba obturada y si la encendían, como no se hacía el mantenimiento adecuado, salía hollín, la corrosión de las paredes… Como si tienes alguna cosa apagada durante un tiempo y de repente la enciendes y puf«, nos cuenta la dupla creativa.
Pero como tantas veces lo evidente no se pudo o no se quiso probar. «Consecuencias para la salud, segurísimo. ¿Están demostradas? No», sentencian. Aun así, la intercesión de la Generalitat consiguió que se cerrase la más contaminante de las tres, la que funcionaba con fuel.
Fueron lucha y cambio político
Pero no toda su herencia es negativa. El alto grado de organización de sus trabajadores supuso un gran avance en derechos laborales. Pero también estas chimeneas y sus vertidos dieron pie a la primera protesta durante el régimen de Franco. «En el año 66, en Badalona, se organizó la primera manifestación durante la dictadura franquista. Mil mujeres salieron a la calle con unas bolsas de polvillo negro denunciando que no podían seguir así -explica Gina-. Esta manifestación llegó al ministerio y se consiguió que el proyecto, que ya estaba en construcción, se modificara e hicieran las chimeneas más altas para evitar que contaminaran el entorno más inmediato».
¿Y qué son hoy?
«Ahora ha quedado sólo un esqueleto, un monstruo de hormigón. Para todo el mundo que ha vivido cerca o ha tenido una relación positiva con la central y su entorno es un punto donde lo ves y sabes que estás llegando a casa», dice Ferran. Por el momento no son mucho más. Se han planteado potenciales proyectos, entre ellos la idea de convertir aquello en el hub audiovisual ‘Catalunya Media City’. Pero por el momento, solo salitre, corrosión y abandono.