En la costa del Garraf, en la provincia de Barcelona, se han podido ver tubas y trombas marinas, espectáculos de agua y cielo que, aunque son habituales en el otoño mediterráneo, no siempre son fáciles de ver en imágenes.
A partir de las 16h. el crecimiento de nubes de desarrollo vertical (cumulus congestus), provocó la formación de dos impresionantes mangas marinas que era perfectamente visibles desde la costa del Garraf. Estas mangas, junto a la tubas de agua observadas en el entorno del Delta del Ebro, dejaron un espectáculo admirable en la costa catalana, pero también algunas preguntas.
¿Qué diferencia hay entre una tromba y una tuba? Se le parecen pero, ¿son lo mismo que un tornado?
Tubas, trombas y otros fenómenos
Aunque se le parecen, los remolinos de agua que se podían ver ayer en la costa catalana no son exactamente tornados.
En primer lugar, las diferencias. La tromba de agua y el tornado son fenómenos atmosféricos, formados, entre otros elementos, por esas mangas de agua que se vieron ayer mar adentro. Por su parte, como explica la observadora metereológica Lina Aguasca,
las tubas son similares a las trombas, pero no llegan al suelo.
A grandes rasgos, la principal diferencia entre una tromba marina y un tornado es que el primero se desarrolla sobre el agua y el segundo en tierra. En el momento en que el tornado llega al agua pasa a denominarse tromba, y viceversa.
En la tromba marina el aire va de la superficie hacia la nube. Constan generalmente de una nube embudo que se desprende de la base de un cumulonimbo y que alcanza la superficie del agua, donde los fuertes vientos la levantan y pulverizan formando una nube de gotas de agua que rota a gran velocidad, haciendo que la nube sea líquida en su parte más baja y nebulosa arriba.
Por su parte, el tornado, en tierra, suele ser más violento ya que el impacto contra el suelo es mayor, y facilita el acceso de aire al interior del remolino.
Tanto en el tornado como en la tromba marina, la circulación de vientos por esta remolinos se da por la diferencia de temperaturas y la búsqueda de equilibrio entre la fuerza centrífuga de su circulación y la baja presión de su interior, que tiende a hacer caer el aire hacia el centro, provocando mayor velocidad en el giro del remolino.