Este imponente viaducto de casi 20 metros de altura, rodeado por los árboles de la Sierra de Collserola, nunca llegó a cumplir el objetivo para el que fue concebido.
El viaducto de Can Ribes se construyó a principios del siglo pasado por encargo de la familia Ribes con el objetivo de dar acceso al edificio que estaban levantando al otro lado pero que nunca llegó a acabarse.
Hoy, todavía en pie pero inútil, el viaducto es una parada más en la red de senderos que recorren estas montañas, tan próximas a Barcelona. La estampa de estos arcos de ladrillo en mitad del bosque son una curiosidad más, otra razón para salir de la ciudad y llenarse los pulmones de aire puro.
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