Si tuviéramos que ejemplificar con una playa cómo es el paraíso de la Costa Brava, la de Aiguablava sería una buena forma de acertar el tiro con precisión. Rodeada de pinos y bañada por aguas turquesas transparentes, la arena finísima y clara, esa cala de Begur se parece bastante a la idea que tenemos de cualquier paraíso caribeño, pero a tan solo una hora y 45 minutos de Barcelona.
El problema, como siempre con estos tesoros, es que acaban por masificarse. Si quieres sitio tendrás que ir con tiempo. Y si no, siempre puedes recorrer el Camí de Ronda, un paseo de unos 2,5 km que une la cala de Aiguablava con la Platja del Racó y que sin duda es de las partes más bellas de este sendero.
Aiguablava es un paraíso en verano, pero también en invierno, cuando la calma lo inunda todo. A pesar de lo espectacular de su ubicación, el lugar cuenta con baños públicos y un par de restaurantes. También un Parador arriba del desfiladero que envuelve la cala.
Un sitio espectacular para explorar el mar brillante en una playa con una pendiente de entrada en el mar poco pronunciada, que la hace cómoda y segura para todos.