El café ha pasado de ser un trámite de sobremesa a convertirse en un producto gourmet, casi de culto. Tal es la pasión que este oro negro genera y tal es la sofisticación que el paladar de sus consumidores va adquiriendo que las iniciativas en torno a esta bebida se multiplican. Hablamos, por supuesto, de café de especialidad, no de cualquier café industrial con sabor a cenicero.
El Índice Europeo del CaféSelecta, compara 89 grandes ciudades de 32 países europeos a través del análisis de varios factores, como son el precio del café, la calidad y cantidad de cafeterías, la conectividad Wi-Fi, las búsquedas online de la palabra «café» en cada ciudad y las importaciones de café en proporción al PIB y la población.
De este índice se desprende un ránking a nivel europeo en el que Barcelona ha salido muy bien parada, ocupando el puesto número 18 y el primer puesto a nivel español, por delante de Madrid, Valencia, Málaga y Sevilla.
A nivel europeo, y contemplando todas las variables, los mejores sitios para tomar café son Edimburgo, Ámsterdam, Florencia, Dublín y Amberes. Y, paradójicamente, Milán es la ciudad peor valorada en términos cafeteros generales pese al orgullo patrio de los italianos por su cultura del espresso.