Barcelona quiere volver a mirar a su puerto. Si los Juegos Olímpicos del 92 supusieron un reencuentro de Barcelona con sus playas y su litoral, ahora la ciudad busca reencontrarse con las instalaciones marítimas del centro, que llevan años en una lenta transformación que está convirtiendo sus usos: de un puerto comercial o pesquero, a una gran zona de ocio, servicios o amarre para yates. Por supuesto, con la excusa de otro gran evento que mira más afuera que a dentro: La Copa América de Vela.
El pasado verano el ayuntamiento ahondaba en esta transformación sacando a concurso un «autobús náutico» que conectará Las Ramblas con los tinglados (o restaurantes) del Moll de Llevant (los que hay pasado el hotel Vela) al que se presentaban una decena de empress.
Ahora, esta línea se ha licitado, y será el Grupo Alsa quien opere el nuevo servicio con dos embarcaciones de cero emisiones, que ofrecerá una conexión directa para aliviar los colapsos durante la temporada veraniega debido a la intensa movilidad turística en la zona que se espera que crezca con el evento deportivo.
Una «línea puerto» con cinco paradas a 1,9€ el trayecto
La nueva línea de «bus náutico» es uno de los 19 proyectos público privados que impulsa la autoridad portuaria mediante el impulso de la Copa América de vela. La intención de la nueva línea es conectar un Portal de la Pau (el puerto al final de la Rambla) con una zona poco concurrida, el Moll de Llevanty sus nuevos tinglados y el nuevo edificio Mirador con la rambla de la Nova Bocana (toda la zona tras el hotel Vela), que vivirá un impulso con la reforma salida de la Copa América.
El bus náutico tendrá 5 paradas opcionales, que podrían ser el Moll de Barcelona, donde está el World Trade Center y en el que habrá un paseo; el Moll d’Espanya, con cerca del Maremàgnum, el America’s Cup Experience o el Aquàrium; el Moll de Pescadors, con la nueva lonja visitable; la Marina Port Vell, y el nuevo espacio gastronómico y, por último, el helipuerto.
El servicio, con dos embarcaciones de 70 pasajeros cada una, funcionará, como mínimo de 12 horas al día, utilizando energía solar, hidrógeno y conexión eléctrica. La tarifa máxima será de 1,9 euros, con opciones de abonos y descuentos para diferentes grupos de usuarios.
Los Juegos Olimpicos y sus reformas consecuentes tiraron abajo los tinglados de la Barceloneta hace cuarenta años para abrir Barcelona a la playa y e hiceron que el puerto perdiera poco a poco su función tradicional en beneficio de centros comerciales como el Maremagnum o el puerto para yates de lujo.
Ahora la reforma del nuevo puerto pasa por volver construir unos tinglados pocos metros más allá de donde estaban los originales, reabrir la lonja de pescadores en un puerto cada vez menos pesquero y buscar el reencuentro de los barceloneses con la Rambla y su puerto a través de un barco, como ya hicieran hace unos años las golondrinas con el rompeolas. En una ciudad entregada al turismo, habrá que ver si el nuevo espacio del puerto ganado a la ciudad es una ganancia para los barceloneses o, simplemente, una nueva cesión a los visitantes.
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