En Barkcelona (Aribau, 43) tienen hasta cerveza para perros.
Abrigos para vestir a tu perro como si fuese a desfilar en la pasarela de Milán; colchones dignos de haber sido anunciados por Constantino Romero; galletas que si comes por error (como cuando mi padre comió un sándwich de paté de gato) acabarían por gustarte más que una Oreo; o peinados susceptibles de hacer creer a la gente que quieres llevar a tu perro a la mismísima gala de los Oscars.
No, no hablamos de una idea potencial para un capítulo de Black Mirror. Hablamos de Barkcelona, uno de los negocios más originales, llamativos y curiosos de toda la ciudad.
Si en este artículo te hablábamos del mercado que tienen las cafeterías de perros es porque no estábamos equivocados. Hay gente dispuesta a darlo todo por sus perros. Como decíamos en el primer párrafo: un buen peinado, una buena cama o un buen snack. Da lo mismo: lo mejor para el mejor, parece ser la filosofía del que se deja los jurdeles en el bienestar de su perro.
Y ese nicho de mercado, precisamente, lo cubre perfectamente Barkcelona.
Nacido como punto de encuentro (con roles intercambiados) entre perros y dueños de perros –es decir, el perro es quien se tomaría la cerveza o la magdalena-, la evolución de Barkcelona ha sido hacia un punto mucho más transversal. Por ejemplo, ¿servicio de guardería? Perdón, de guaudería. Pues servicio de guaudería.
Al final, el concepto que mejor le define es el de tienda multidisciplinar, o ultradisciplinar, vaya. Porque toca todos los palos: talleres, lo mencionado anteriormente y todas las astracanadas que ves que hacen los estadounidenses (como celebrar el cumple de tu perro).
El debate sobre perros y gatos (sobre perros o gatos, más bien), por cierto, se traslada también a los espacios físicos. En Barcelona los perros tienen este espacio, claro. Pero los gatos, con matices, tienen un lugar relativamente parecido: el Espai de Gats de Gràcia, del que también te hablamos en este artículo.