Al fondo del cajón, debajo del sofá, apretados en un armario que no se puede abrir sin riesgo de avalancha… Son muchos los lugares en los que acaban esas compras que creemos que van a cambiar nuestra vida durante unos instantes. Sin embargo, la necesidad de consumir de manera responsable han propiciado la aparición de nuevos espacios en los que es posible utilizar un objeto sin comprarlo. Por ello, partiendo de esta premisa ha surgido el concepto de la ‘objetoteca’.
Las bibliotecas de objetos son alternativas compartidas a nivel comunal en las que puedes solicitar el uso de aquello que necesites puntualmente. De este modo, además de disponer de objetos cuidados y de mejor calidad, suponen un ahorro de espacio, de dinero y de recursos.
Barcelona, precursora de las ‘objetotecas’
Una de las propuestas pioneras en el préstamos de objetos fue La Biblioteca de les Coses. En ella, los vecinos del barrio de Sant Martí iniciaron un concepto que se extendería por toda Barcelona.
Debido a la originalidad del proyecto y a su correcta gestión, esta ‘objetoteca’ cuenta con el respaldo del Área de Sostenibilidad del PSOE. Además, Ciutat Vella, Ciutat Meridiana y la comarca de Alt Penedès han iniciado su inmersión en esta iniciativa.
El proyecto de La Biblioteca de les Coses cuenta con 300 personas inscritas que abonan una cuota simbólica. En función de su cuantía, se ofrece una serie de ventajas como el alquiler de productos a precios especiales y la asistencia a talleres. De este modo, la iniciativa repara los objetos y cuenta con personal. No obstante, se pretende llegar a un acuerdo financiero con el Ayuntamiento. Si esto es así, el mantenimiento de esta biblioteca sería un servicio público y dispondría de una asignación presupuestaria.
Atendiendo al perfil del usuario, destaca la participación mayoritaria de las mujeres de mediana edad. Del mismo modo, los objetos más demandados van desde utensilios de limpieza o herramientas de bricolaje a dispositivos de entretenimiento como altavoces. Así, la ‘objetoteca’ cuenta con un catálogo de aproximadamente 400 objetos.
Compartir es sostenible
La idea de las bibliotecas de objetos forma parte de la cultura anglosajona. Sin embargo, España no cuenta con precedentes reales en la materia salvo algunas excepciones. Algunas ciudades sí han apostado por la ejecución de proyectos sobre economía circular.
Barcelona también fue el lugar seleccionado para el inicio de Traster Comunitari en 2020. En él se pueden solicitar herramientas y juegos de mesa de manera gratuita y sin un proceso de gestión profesionalizado.
La vuelta al sentimiento de pertenencia a una comunidad es imprescindible para la viabilidad de este tipo de ideas. Pese a que la iniciativa no cuenta con una gran difusión pública, se ha propagado a través de las recomendaciones de los usuarios. Asimismo, su público potencial es extenso, pues todos aquellos que compran un artilugio para usarlo una sola vez.
Por ello, desde las asociaciones que se encuentran tras los proyectos se considera necesario el respaldo de las instituciones públicas. Atendiendo a las políticas de transición ecológica y a las medidas en favor del medio ambiente, las bibliotecas de objetos están alineadas con ellas. Así, las ciudades y comunidades partirán hacia un futuro más responsable y con unos hábitos de consumo sostenibles.