
Sería algo así como el milagro de los panes y los peces: un pan con bacalao que hace que una familia que no tiene nada que ver con la hostelería pare todo durante una semana para armar una cocina ambulante de 200 metros cuadrados donde vende 1.200 kilos de bacalao en un bocadillo que es, desde hace 40 años, un emblema de su ciudad.
Hablamos de los Barbena que llevan desde 1985 vendiendo su bocadillo de bacalao en la feria de Mataró. Solo diez días al año en los que venden 6.000 bocadillos de su receta de bocata de bacalao frito con una salsa de tomate secreta que inventó el abuelo y que hoy la familia Barbena sigue cocinando igual.
O casi. La receta de la salsa la perfeccionó Teresa Barbena, madre de Robert, uno de los hermanos que ahora se encarga del negocio, y psicóloga jubilada. Hace 31 años perfeccionó una salsa que se reduce por 5 horas y tiene un toque picante, y que convierte este bocadillo en una institución de Mataró.
El bocadillo que han probado todos los mataronins
Debe ser el sueño de cualquier hostelero: crear un plato insignia que sea «obligatorio» probar en una ciudad. Los bocadillos de los Barbena se han convertido en esto. La historia arranca en 1985. Jaume Barbena, abuelo de Robert, tenía un puesto de bacalao en el mercado de la Plaça de Cuba. Cuando el Ayuntamiento propuso una feria gastronómica para la ciudad, él sugirió vender bocadillos de bacalao rebozado.
Y aunque parecía una idea descabellada, la idea funcionó y hoy, casi cuatro décadas después, miles de personas siguen peregrinando a la feria de Mataró, la más grande de Catalunya, para rendir homenaje a aquella locura convertida en icono gastronómico.
Allí, en una carpa de 200 metros cuadrados, se fríe un bacalao enharinado y frito en aceite de girasol, servido dentro de un pan casero crujiente y lo corona esa mítica salsa de tomate.
¿Dónde probar el mítico bocadillo de bacalao de Mataró?
Desde que se sirve, la familia Barbena interrumpe su vida entera durante 10 días cada mayo para mantener vivo ese legado. Robert es bombero en Barcelona, su hermano técnico de sonido, y Teresa psicóloga retirada. Pero cada año, en primavera, se convierten en una orquesta perfectamente sincronizada que sirve hasta 800 bocadillos diarios. Bocadillo y olivas, 15 euros.
La carpa, abierta del 6 al 15 de junio de 18:30 a 23:00 h, es una auténtica cocina de campaña que necesita 20 trabajadores y una logística que se prepara durante meses, almacenada en el antiguo almacén del abuelo, cerrado el resto del año. No hay restaurante Barbena. No hay versión delivery. Solo existe este instante fugaz donde la familia Barbena para el tiempo para hacer, justamente, viajar en el tiempo a todos los mataronins que vuelven, año tras año, a probar el mismo bocata que prueban, solo 10 años al año, desde hace 40 años.