
Los bocadillos son esa comida aparentemente sencilla, rápida y cómoda: puedes llevártelos donde quieras, hincarles el diente por la calle o sentado en la mesa de un bar. Sin embargo, un buen bocata también tiene sus secretos; empezando por el pan y acabando por el mejunje que lleve dentro. Y para prueba, esta primera entrega de nuestra serie Bueno, bonito y barato dedicada a tres bocatas de la ciudad.
En Barcelona, son muchos los sitios donde puedes disfrutar de este clásico manjar. Hasta el punto de que los bocadillos gourmet parece que estén cobrando vida propia y debamos pagarlos a precio de oro. En cualquier caso, nosotros te hablamos de algunos de los mejores lugares y lo demás ya es cuestión de lo que quieras gastarte. Venga, que empezamos.
Bar Torpedo (y su bocadillo de albóndigas o el sandwich de ensaladilla rusa)
Aquí encontrarás algunos de los mejores bocadillos de Barcelona, también algunas de las mejores hamburguesas . Bar Torpedo es una joyita, una rara avis que esperamos vuelva pronto a su dinámica prepandémica, que no era otra que la de abrir hasta bien entrada la madrugada, convirtiéndose en refugio de trabajadores tardíos y entusiastas de la noche con pocas ganas de volver a casa. Su hamburguesa es dueña y señora de la carta, pero sin desmerecer su bocadillo de albóndigas, el de soft shell crab o el de pastrami de lengua. También tienen sándwiches de callos o de ensaladilla rusa. Todo ello lleva la firma del chef Rafa Peña, responsable del restaurante Gresca, que le ha valido 2 Soles de la Guía Repsol. Ah, y también tienen -o tenían- futbolín y máquinas de arcade con videojuegos de carreras.
📍 Carrer d’Aribau, 143
Bar Fidel (y su carta infinita)
En la variedad está el gusto, y uno de los lugares especializados en bocadillos de Barcelona de eso sabe. Y mucho. Su carta es extensísima, los bocadillos están todos para chuparse los dedos (y para echarse unas risas con sus nombres) y la atención es de auténtico 10. Hay algo en común en casi todo el mundo que sale por su puerta: que volverán.
📍 Carrer de Ferlandina, 24
Sants es Crema (y bocadillo de papada de cerdo crujiente y achiote)
Antes de la pandemia, Sants es Crema era un sofisticado local donde el comensal pagaba alrededor de 45 euros por cabeza. Ahora su carta no es menos sofisticada, pero sus platos, entre los que prima la comida a la brasa, se sirve ahora entre panes. Panes caseros de la máxima calidad, obviamente. Nosotros probamos una maravilla de pan de semillas con papada de cerdo crujiente y achiote que se deshacía en la boca. También tienen una birra diseñada especialmente para ellos por R115, la cervecera más pequeña de toda Catalunya.
📍 Carrer dels Comtes de Bell-Lloc, 118
Festín (y su bocadillo de entraña)
Estrenado en plena pandemia, Festín se ubica en una calle poco transitada del Born ofrece una carta de bocadillos y hamburguesas con gran presencia de la cultura gastronómica argentina, lo que se traduce en maravillas como su bocadillo de milanesa o su provolone al horno con verduritas asadas. Sus panes los hacen allí mismo y eso se nota. Nosotros recomendamos especialmente el bocadillo de entraña a baja temperatura con setas salteadas y dos tipos de queso que sirven con un pan de patata casero. Una gozada.
Carrer del Portal Nou, 19
Entrepanes Díaz (y su versión del bocata de calamares)
Este local castizo está situado en un chaflán de Diagonal con Pau Claris y además de ofrecer unas agradables vistas, alegra el paladar cada vez que uno va. En concreto hay un imperdible: el bocata de calamares. El que ofrecen aquí no tiene nada que envidiarle al clásico madrileño, y lo decimos siendo conscientes de que el bocata de calamares de Madrid supone una buena dosis de felicidad. El pan que usan, el rebozado de los calamares y el pescado en sí tienen todos lo factores a su favor.
📍 Pau Claris, 189
Sagàs (y su bocadillo thai con panceta de cerdo)
El restaurante del Born tiene unos bocatas gourmet que hacen las delicias de cualquier paladar. Y ya si hablamos de su famoso bocadillo thai con panceta de cerdo ni hablamos (bueno, aunque es más un bao que un bocata). A este manjar le acompañan otros bocadillos no menos ricos como el de tartar de vaca vieja o el de pollo al curry. El Sagàs tiene además una particularidad que lo hace único: cultivan todo lo que cocinan.
📍 Pla de Palau, 13
La Porca (y su hamburguesa de porchetta)
Este templo de la hamburguesa empezó siendo un bar que ofrecía bocadillos, y esa esencia queda en su ADN. Situado en el barrio del Poble Sec, podemos decir que ir hasta allí vale la pena si es para degustar sus manjares. El mejor es el de porchetta. Ellos mismos elaboran todo el proceso. Cerdo deshuesado y asado a baja temperatura durante cuatro horas con hierbas aromáticas. Esto no es todo: viene acompañado con cebolla marinada con lima, pesto rojo de cacahuetes y una mayonesa de tomate seco. Por fuera, pan de coca crujiente.
📍 Mata, 16
Quimet d’Horta (y su clásico bocata de tortilla)
¿Ir hasta Horta (si no eres de tal barrio, claro) para comerte un bocadillo? Definitivamente la respuesta es sí, siempre y cuando el sitio es el Quimet d’Horta. Unas chapatas de escándalo elaboradas con mucho mimo y unos bocadillos de tortilla que quitan el hipo dan fe de ello. Comerte un bocadillo en la terraza con el fresco del verano después o antes de dar una vuelta por el barrio debe convertirse en parada obligatoria.
📍 Plaça d’Eivissa, 10
Carrot Café (y el sandwich de pastrami)
El Poblenou tiene la suerte de contar con uno de los lugares más exclusivos para comer bocadillos de toda Barcelona. La influencia americana del Carrot Café es clara, pero no por ello prescinde del sabor mediterráneo, y entre sus bocadillos puedes encontrar desde bagels a hamburguesas, pasando por pan de coca con butifarra negra, mallorquín y sobre todo mucho pastrami, el producto estrella de la casa.
📍 Carrer de Tànger, 22
Can Conesa (y su clásica cola interminable)

El Conesa no necesita presentación. El que es, quizás, el bocata más famoso de Barcelona, acumula colas en la fechas señaladas que atraviesan la Plaça Sant Jaume. Nada para un negocio como convertirse en una tradición, y comerse un bocata en el Conesa tras un paseo por el Gótico es, sin duda, una obligación para cualquier dominguero que baje al centro de la ciudad.
Y a pesar de las colas interminables, el Conesa siempre cumple, con una plancha de actividad inagotable de donde salen grandes frankfurts y salchichas y otras combinaciones (hacen bocatas como se los pidas) que nunca fallan y con, ojo, un 90% de su carta disponible en formato sin gluten.
📍C/ Llibreteria, 1
Bodega Can Ros (y sus bocadillos de mandonguilles)
Imagínate las albóndigas de tu abuela. Ahora imagínatelas dentro de un pan rústico, con la salsa justa y algunos guisantes. Y todo ello en una de esas tabernas clásicas que tanto echas de menos a veces cuando las franquicias te ahogan. Cualquiera de sus bocatas gigantes te quitarán el hipo.
📍 Roger de Flor, 303
Bar Sanz (y sus bocatas a la plancha)
Bar Sanz es una salvedad excepcional. No se trata de mistificar al bar de toda la vida por lo que el bar es, sino por lo que su supervivencia representa: un modelo alternativo, una pelea contra la voluntad de hacer de Barcelona una réplica de cualquier otro sitio; también la pervivencia de una oferta para una demanda que existe pero que el mercado niega porque ni es cool, ni su forma vale más que su fondo. Su clientela son la gente del barrio, los trabajadores que paran allí a comer un bocadillo por entre tres y cuatro euros. Su barra de metal y sus taburetes son parte de una postal cada vez más insólita. También tienen menú del día y un perro enorme que cada tarde espera a su dueño en la puerta.
📍 General Álvarez de Castro, 5
La Bikineria (y su bikini de pollo a l’ast)
Joan Gurguí vino a hacer lo necesario: salvar al bikini de Barcelona, en una ciudad que se pelea con su tradición y maltrata a sus platos clásicos. En su Bikineria, con tres locales ya, borda el bikini clásico, pero a nosotros nos flipó el de pollo a l’ast, servido con auténtico pollo asado, queso gouda y, ojo, un alioli de manzana. Una gozada.
C/ Muntaner 568 – El Corte Inglés d’Avda Diagonal – Mercat del Ninot
Bikini clàssic – 4€; Bikini de pollastre a l’ast – 6€.