Vivimos en un mundo rápido donde la tecnología manda sobre nuestra vida, y donde es fácil encontrar, a un simple clic de distancia, respuestas científicas a cualquier duda que nos pueda surgir. Hoy no hay nada más habitual que consultar el tiempo en la pantalla de nuestro smartphone, pero hubo un tiempo, no hace tanto, donde la información no viajaba tan rápido, y donde los ritos paganos regían nuestra vida de la misma manera en que hoy lo hace el calendario de nuestro móvil.
Ahir vam fer el calendari de la ceba: pelant una ceba, assignem a cada capa un mes de l'any; hi posem sal i es deixa reposar durant la nit. Al matí següent, mirant si la ceba te aigua o no, es podrà dir si plourà o tindrem sequera! @TomasMolinaB @meteorac1 @alfons_pc #eltempstv3 pic.twitter.com/mPxE48rTih
— Adrià Salazar (@adrisalazaraloy) January 1, 2023
El mundo de ayer no queda tan lejos como a menudo pensamos (y si no, mira el éxito del pulpo Paul), y por eso no es de extrañar que, en pleno 2023, algunos de esos ritos que nos alejan de la ciencia pero nos acercan a la tierra, sigan practicándose. Es el caso del «Calendario de la cebolla», una costumbre practicada en el campo catalán mediante con la que, gracias a una cebolla, podemos predecir la meteorología de todo el año que viene.
Una cebolla, doce meses de climatología
El sistema para aplicar el «Calendario de la cebolla» es el siguiente. Poco antes de la noche de Fin de Año se corta una cebolla por la mitad y se separan doce capas, para después dejarlas a la intemperie, introduciendo una cucharada pequeña de sal en cada una de ellas.
A la mañana siguiente, la mañana de Año Nuevo, se observan las capas. Las que han acumulado más agua corresponderán a los meses más lluviosos del año, y las capas que hayan acumulado menos, señalarán las épocas más secas. El resultado, eso sí, solo es válido para la zona en la que se haya realizado el experimento.
Más allá del origen campesino o pagano de la tradición, el «Calendario de la cebolla» tiene una explicación. Si se sigue este método, se observará que las capas más pequeñas corresponden a los primeros meses del año y a los primeros de verano, mientras que las más gruesas corresponden a nuestros meses más lluviosos, en primavera y otoño. La sal concentra el agua presente en cebolla, por lo que las capas más carnosas y gruesas, que acumulan más agua, liberan también más líquido al contacto con la sal, arrojando un calendario que corresponde con nuestra climatología.
Y aunque no sabemos cuál es la fiabilidad exacta de este pronóstico, el tiempo de la tele tampoco acierta siempre. Por lo que no está de más ir a la cocina, cortar una cebolla, y esperar. Al fin y al cabo, ya lo dice el dicho catalán: «la ceba de Cap d’Any fa bon averany» («la cebolla de Fin de año es de buen agüero»), y nada como recuperar una tradición campesina para recordar que el mundo moderno es joven, que el mundo de ayer aún no se ha ido o que, como dice otro dicho famoso, «del polvo venimos y al polvo…».