El whisky tiene un mito bonito que habla de las «gotas de dios», aquella parte del whisky que se evapora durante el proceso de maduración de esta bebida, y que desaparece para siempre en el aire o, dice la leyenda, en manos de dios. Desde ahora ese mismo dios podrá poner el ojo (o el vaso) encima nuestro para buscar esas mismas gotas, y servirse un poco del primer whisky fabricado en Catalunya de la historia.
La misma historia del whisky es particular. Isaac Castelló i Pilar Martínez decidieron en 2019 dejar sus vidas hasta el momento para embarcarse en una pequeña empresa licorera en un antiguo local familiar.
Su primer producto, la ratafia , fue un éxito. Su ginebra, una de las primeras producida en Catalunya, también. Y su último hit, el primer whisky 100% catalán, ha agotado casi todas sus exiguas existencias en apenas unas horas.
367 botellas que ya valen oro
Si la parte de dios es ese whisky que se evapora seguro que ese dios catalán también querría tener en su colección ahora una de las 367 botellas de la primera tirada de Catalonia Single Malt Whisky, el primer whisky hecho enteramente con productos catalanes.
Todo lo que usan es local. La cebada es de Castelló d’Empúries, Almacelles y el Pallars Jussà, el tapón simula una barretina y está hecho con cera de los Abellaires de l’Empordà. Y el whisky está hecho artesanalmente en su destilería de Llançà. Isaac y Pilar no quisieron ir a Escocia o Irlanda para seguir su propio camino, y han parido un whisky con fuerte sabor a cereal y notas de chocolate que ha convencido a los catadores.
Como ellos explican, «el whisky es la única bebida que al padre de Isaac le gustaba beber cada tanto». Este whisky tan catalán es el whisky que al padre de Isaac, casteller i graller le hubiera gustado beber.
La bebida se presentó el sábado, en una primera serie de 367 botellas numeradas que han volado, con muchos clientes comprando sus números fetiches, desde 110 por el 1 de octubre al 69. Cada botella cuesta 200 euros y, actualmente, apenas les queda ninguna.
Ahora las pocas que han guardado se las quedan para envejecerlas o para donarlas a las tiendas que confiaron en ellos desde el principio. Y así a volver a empezar para que el año que viene ya podamos seguir hablando con propiedad y sin sorpresa del whisky catalán.