Las pequeñas cosas siempre son las que dotan de identidad a la ciudad.
Realmente había muchas formas de titular este artículo. Había formas menos infantiles, más precisas o que aludían a otra realidad, pero al mismo concepto. El problema es que unas eran demasiado largas. Otras no nos convencían. Algunas de ellas podrían ser 10 cosas de Barcelona que echas en falta cuando te mudas; o 10 cosas de Barcelona que no son cosas pero que es lo que dota de identidad a la ciudad; o 10 pequeñas razones por las que Barcelona es la mejor ciudad del mundo.
No obstante, cosas de la vida, al final hemos elegido este. Aunque el titular no importa, lo que importa es lo que viene: pequeñas cosas con las que convives a diario… y son la hostia.
1. Carril bici
Aunque no uses bici, aunque no sepas pedalear. Sólo por el estatus que le da a la ciudad o por lo saludable que es para el medioambiente. Sea por su orografía o sea por el espíritu ciclista de la ciudad, Barcelona es perfecta para moverse en bici. Prueba de ello son los 233 kilómetros de carril bici que hay a lo largo de la ciudad.
2. Escaleras mecánicas
Creo que no valoramos lo suficiente que haya escaleras mecánicas que conectan las estaciones de Metro con las salidas a la calle. Ojo, no digo escaleras mecánicas internas –eso lo tienen casi todas las ciudades–, digo las que conectan la estación con la propia calle. “Valiente chorrada”, pensará alguno. Sí, puede serlo, pero ya hemos avisado de que son pequeñas cosas.
3. El tiempo y el Metro
En esta sucesión de nimiedades no podía faltar el medidor de tiempo de las estaciones de Metro. En los andenes se señala con precisión cuántos minutos y segundos faltan para que llegue tu convoy. (Sí, sí, también sabemos que a veces añaden más segundos cuando pasan la dirección en la que va el vagón).
4. Sábados, 24 horas
Vale, esta es la última de las pequeñas cosas que apreciamos del Metro de Barcelona. Sí, entre semana el último vagón sale a media noche y es un inconveniente de dimensiones bíblicas. Pero, ¿qué hay del Metro funcionando las 24 horas de un sábado? Eso es gloria bendita.
5. Playas colindantes
La Barceloneta, llena; Nova Icária, llena; Somorrostro, llena. Sí, el drama es real y si te gusta ir a la playa y poner la toalla sin invadir el espacio vital de cuatro familias y ocho grupos de amigos, Barcelona no es la ciudad. Pero el hecho de que no sea la ciudad no significa que no sea la provincia. A veces, un rodalies rumbo al Maresme es la solución soñada que falta en otras tantas ciudades con playa.
6. La belleza
Este punto es naif y simplista, pero no por ello menos cierto. De hecho, ni siquiera hace falta escribir más para defenderlo y aquí estoy, juntando letras. Afortunados somos por poder vivir en una ciudad (casi casi la única del mundo) en la que Gaudí trabajó. Harina de otro costal es pasear por l’Eixample al borde del torticolis: tal es la belleza de las fachadas de este barrio barcelonés.
7. Los Miradores
No es la primera vez que hablamos de ellos (y no prometemos que sea la última). Barcelona está rodeada de balcones a los que asomarse. Prodigios de la naturaleza por los que más de una ciudad mesetaria pagaría un gritón de dólares por disponer de cualquiera de uno de ellos.
8. Los cines
Un cinéfilo anda por la ciudad con priapismo. Quienes somos de pueblo, conocemos la importancia de tener un buen cine en tu ciudad. Y en el caso de Barcelona no es que sea un buen cine. Es que son una plétora de ellos. Independientes y comerciales: los hay de todos los colores y para todos los gustos. Una maravilla. Prueba de ello es esta lista que escribimos en su día.
9. Gastronomía
Alineado con el punto anterior y en relación con el tamaño de la ciudad, la oferta gastronómica de Barcelona es abrumadora. No hay días, ni dinero ni ganas para probar todos los restaurantes de la ciudad (y menos mal). Nosotros tenemos varias listas, véase ésta de 20 sitios para comer por menos de 20€. Por poder, puedes comer hasta bichos.
10. La orientación
Claro que depende de la zona (esta ventaja no es aplicable a quien se mueva por el Raval), pero el Plan Cerdà es una maravilla para los que no tenemos un GPS en la cabeza. Para los que agradecimos como agua de mayo la democratización de Google Maps. Moverse por Barcelona es facilísimo.