Hay restaurantes que se definen hasta por no ser un restaurante. Florería Atlántico, la original, la de Buenos Aires, es un bar que tiene nombre de océano y una entrada en la que no se venden copas, sino flores. Ahora, tras esas dos palabras se esconde la decimoctava mejor coctelería del mundo, tan poderosa que su coctelería-florería ha cogido impulso para cruzar el Atlántico y plantarse en la orilla del Mediterráneo.
Aquí, en Barcelona, la Florería Atlántico mantiene las flores en la puerta (aunque no las vende) y el océano en su nombre, pero añade un concepto nuevo en el mismo local: Brasero, un asador que complementa a la coctelería. Así, en un gran local del Borne frente a la estación de Francia, ahora hay un dos en uno. A pie de calle Brasero Atlántico, un asador argentino con coctelería. Y algo escondido en el piso de abajo, tras la puerta de una nevera, la Florería Atlántico, una coctelería con restaurante.
Un restaurante, cinco cartas distintas
El transatlántico que han atracado en el Borne tiene un concepto complejo que se disfruta más con menos explicaciones. La explicación corta es que arriba hay una brasería argentina con vinos y cócteles, abajo una coctelería con una carta de comida más marinera. En total, carta de comida, vinos y cócteles arriba, y cartas distintas de comida y cócteles abajo.
La explicación más larga cuenta que Brasero es un bodegón argentino moderno, con una carta de vinos que trabaja la idea de viaje, y que por eso, a pesar de tener un nombre oceánico, luce vinos que paran en varios puertos del Mediterráneo. Además de la carta de vinos, Brasero tiene una carta de cócteles donde expresar mejor algunas de las bebidas elaboradas por el propio Tato Giovannoni, creador de la Florería bonaerense y mejor coctelero del mundo en 2020.
Uno de los cócteles hechos con un vermú creado por el mismo Giovannoni es una buena antesala para esa carta de asador bonaerense con detalles. Los detalles: Rillette de pato, foie con mermelada de ruibarbo o unas ancas de rana a la provenzal. Entrantes franceses para una brasería argentina que da sus primeros compases fuertes cuando mira a casa con las empanadas de ossobucco y centolla, deliciosas ambas.
Luego vendrá la molleja a la brasa, y quien la disfrute en Brasero que recuerde que en Barcelona siempre se comieron lletons, que ahora casi se han perdido, pero qué obviedad que un despojo es delicioso cuando se cocina a un océano atlántico de distancia. La carne la cierra el vacío, una carne de cocción larga que pide buena mano al asador, y que aquí se deshace perfecta junto a un buen chimichurri, y corona una comida que pide bajar a bajarla con los cócteles de Florería.
Una coctelería subterránea y submarina
De las praderas de la Pampa argentina donde pastan las vacas al submarino donde se sirven pescados y cocinan cócteles se llega cruzando una puerta de nevera, que no da a un cuarto frío sino a unas escaleras que bajan a un mar azul que alberga una coctelería cálida con aire de speak-easy, con suelo de moqueta, luz tenue (¿Quizás mucho? La carta se mira con linterna) y un monstruo marino gigante que recorre todo el techo de la sala, dando la bienvenida a las profundidades.
La estrella de Florería, sus cócteles, se esconde aquí abajo, donde el ambiente se anima, la música sube y esta coctelería-restaurante se expresa mejor. Aquí la carta pasa más por el mar, obviamente, con sepia, pulpo, chipirones o un rodaballo entero al peso como rey de bajo del mar.
Pero la corona es de los cócteles, cualquiera, de entrada, que lleve la ginebra Príncipe de los Apóstoles, creada por el mismo Tato Giovannoni, fresca, sorprendente y amable. Aquí la carta también viaja por el Mediterráneo, con cócteles que son países, de Líbano a España, y también recetas que son clásicos de la carta de la Florería original.
En los submundos uno siempre se pierde, y la noche se puede alargar. Pasar de comerse a la vaca en la superficie de Brasero a dejarse comer por el monstruo marino en la Florería es un viaje agradable para el que ahora ya no hay que cruzar océanos, sino acercarse hasta el Borne para buscar un local donde las flores también presiden la entrada.
📍Av. del Marquès de l’Argentera, 19
💸 40-50€