Muchas veces una cervecita y unas tapas es todo lo que necesitamos para ser felices. Siempre hay una excusa para ir de bar en bar en busca del mejor pincho: una primera cita, una cena con los amigos o enseñarle a tu amigo guiri the best tapas in Barcelona.
Después de una búsqueda exhaustiva, y habiendo tenido que desabrocharnos el botón del pantalón, hemos determinado cuáles son los mejores bares de tapas de la ciudad y qué es lo que tienes que pedir en cada uno de ellos.
Y es que el éxito reside en la especialización, por eso os recomendamos los must de cada uno de los bares y bodegas, porque probablemente lo que os sirvan en ellos no los podáis encontrar en ningún otro sitio.
Ya sean bombas, croquetas, bravas o tortilla, hemos decidido compartir nuestro secreto mejor guardado: dónde comer las 17 mejores tapas de Barcelona.
Tabla de contenidos
- Las anchoas con su raspa frita, la especialidad del Jai-ca
- El filete a la plancha con foie de El Vaso de Oro
- La bomba de La Cova Fumada
- Bacallà "a bras" Bar Gol
- Las tapicas mañas de La Esquinica
- Las alcachofas de Can Cargolet (y sus caracoles)
- El capipota de Can Marlau
- Las bravas del Tomàs de Sarrià
- Las mejores chapatas están el Quimet d'Horta
- La ensaladilla rusa de Contracorrent
- El pescaíto frito del Bar La Plata
- El pincho de tortilla del Bar El Pollo
- Las croquetas de Pollería Fontana
- Las conservas de Quimet & Quimet, las mejores tapas de Barcelona
- Prueba los huevos fritos en Quim de la Boquería
- Tortillas de todo tipo en el Tremendo Bar
- Torrezno de La Carol
- Guiso de albóndigas en La Cañada
- Pimentel, roda al món i torna a tapejar al Born
- Público y su ensaladilla de mejillones en escabeche
Las anchoas con su raspa frita, la especialidad del Jai-ca
De primeras, puedes esperarte un local turístico. Pero su historia y reputación en el barrio le precede alzándolo por encima de estereotipos para turistas.
El Bar Jai-ca es un templo de la tapa popular, sin pretensiones, en plena Barceloneta. Y es que un local así debía tener una tapa estrella por lo que los conocen en toda Barcelona: las anchoas del cantábrico con su raspa frita.
Un plato que hace bandera del dicho con el que comenzamos el artículo, ya que la mayoría de las veces, la sencillez de un plato es lo que lo convierte en algo verdaderamente icónico, pasando a ser una de las mejores tapas de Barcelona.
📍 C/ Ginebra, 13
El filete a la plancha con foie de El Vaso de Oro
El nombre tiene su gracia, porque orgullosos de su cerveza artesanal de elaboración propia, crearon un vaso especial y único para tirarla. Deliciosas cañas en vaso ‘pielsen’, y encima, congeladas.
Después de abrir boca con la bebida, te contamos sobre su comida: irresistible. No puedes, tienes, que probar la butifarra, las bravas… y su especialidad de la que todo el mundo habla en foros, el filete a la plancha con foie.
📍 C/ de Balboa, 6
La bomba de La Cova Fumada
Uno de los bares más míticos de Barcelona. Una tasca de toda la vida que abrió en 1945 y que hoy destaca por mantener su autenticidad en una ciudad donde tantos otros tienden a la homogeneización.
La Cova Fumada sería una buena taberna en cualquier otro pueblo de Catalunya, o en cualquier barrio alejado del centro, pero en La Barceloneta un bar como este cumple una doble misión: satisfacer la voluntad de cazatesoros del turista y nutrir de unicidad, calidad, buenos precios y algo de nostalgia al autóctono.
Sus alcachofas, su ensaladilla, sus sardinas o su calamar encebollado son imprescindibles, pero si por algo se conoce popularmente a La Cova Fumada es por ostentar el título de haber inventado la bomba de La Barceloneta.
📍 C/ del Baluard, 56
Bacallà «a bras» Bar Gol
El Bar Gol es otro de nuestros preferidos de la ciudad. Esta tasca es, como ya la definimos anteriormente, es «una casa en el barrio de Sant Antoni». De este lugar destacamos los torreznos porque es fácil obsesionarse con ellos o su receta del bacallà «à brás«, pero se podría destacar cualquier cosa de su carta.
Que no te espante su aire castizo ni su nombre, tan ortodoxo. En Bar Gol se come bien y se siente uno mejor. Sus camareros son un encanto, como una familia. Buen rollo, buena comida y cerveza fresquita.
📍 C/ del Parlament, 10
Las tapicas mañas de La Esquinica
Como es un bar mañico, todo lleva su -ico. Pataticas, pimienticos, o caracolicos. ¿Lo imprescindible? Pues su producto aragonés y navarro. En su carta podéis encontrar chistorra de Navarra, jamoncico de Teruel…
Además, te alejas un poco del centro, convirtiéndose en un bar más auténtico aún dónde huir del turismo. Pero ojo, esto no te promete que el sitio vaya a estar vacío, todo lo contrario. Tendrás que apretarte un poco, pero te prometemos que merece la pena.
📍 Passeig de Fabra i Puig, 296
Las alcachofas de Can Cargolet (y sus caracoles)
Un mítico de la cocina catalana de toda la vida. Can Cargolet es especialmente famoso por sus caracoles, desde los básicos hasta los caracoles con cigalas o con conejo. Pero sus alcachofas a la brasa, que se deshacen en la boca, son algo que tienes que probar.
📍 C/ Comte d’Urgell, 17
El capipota de Can Marlau
Can Marlau es el primer local propio de Ferran Soler, quien fue jefe de cocina de la Bodega 1900 de Albert Adrià. Solo sirven tapas y platos con productos de temporada excelentes, como su ensaladilla rusa o una ensalada de tomates con sardina ahumada y aceite de pistachos.
Sin embargo, es el plato de cuchara es lo que convierte a este bar en el paraíso de los rebañadores oficial. Su capipota, está hecha con judía blanca en lugar de garbanzos, técnica que aporta mantecosidad y que le ha conseguido un lugar de prestigio entre las mejores tapas de Barcelona.
📍C/ de Paris, 161
Las bravas del Tomàs de Sarrià
Otro clasicazo que lleva años y años dando guerra. Edu, de @bravasbarcelona, nos habló mucho de él cuando hicimos la ruta por las mejores bravas de Barcelona.
Edu nos explicó que el Tomàs no estaba en el puesto número uno de su ránking porque se merecía un puesto por encima, el cero, la titularidad vitalicia de las mejores patatas bravas de la ciudad. Un buen all i oli y aceite picante por encima. Nada más.
📍 C/ Major de Sarrià, 49
Las mejores chapatas están el Quimet d’Horta
Bocatas, tortillas y licor. Esto es lo que llama la atención de este local de tapas típico en la Plaza de Eivissa abierto desde 1920.
Aunque por aquel entonces se llama el Bar del Loro (porque literalmente tenía un loro en la puerta y todos le conocían) ahora se ha convertido en un reputado bar donde tomarte tapas a montones, y entretenerte bicheando sus botellitas de licor (algunos han contado hasta 3000).
Solo por ver el local merece la pena ir, la fachada y las puertas de madera son originales (recuperadas en 2006 por petición del Ayuntamiento). Pero después de alucinar con el local tan bien conservado y tan de barrio, te quedarás a probar alguno de sus 37 tipos de tortillas, o sus entrepanes, que ocupan hasta tres hojas de su carta.
📍 Pl. d’Eivissa, 10
La ensaladilla rusa de Contracorrent
La ensaladilla rusa es otro de esos platos que no sirven para testar la calidad de un sitio. Parece tan simple, pero es tan compleja. Desde la calidad y la cocción de las patatas hasta la textura de la mayonesa. Desde el tipo de verduras que se escojan, decidirse entre atún o bonito o cambiarlo por otro ingrediente más atrevido, cómo es el caso de la que escogemos.
Es muy difícil decidirse por una sola ensaladilla, pero hoy queremos hablar de la del Contracorrent, que la prepara con pollo asado. Los tropezones de la carne bien asada, salada, le dan un toque diferentes a la ensaladilla tradicional, pero nos transportan al mismo plano de la que hemos comido toda la vida. Hay otras (como la del Buenavista), pero esta del Contracorrent ya figura entre las tops de la ciudad.
📍C/ de Ribes, 35
El pescaíto frito del Bar La Plata
Que el Bar La Plata siga resistiendo pese (o gracias) a la avalancha turística de las calles donde se ubica es una sorpresa y una alegría. Un bar de tapas barcelonés cargado de encanto que enamora a locales, sorprendidos de que algo así pueda aún sobrevivir en el gótico, y a turistas, gozosos de toparse con una esquina tan exótica. En La Plata se puede (y se debe) pedir muchas cosas, pero sobre todo su pescaíto frito.
Los boquerones fritos son los reyes de la barra, pero también debes hacerle un hueco a su pincho de tortilla de butifarra y su ensalada de tomate.
📍 C/de la Mercè, 28
El pincho de tortilla del Bar El Pollo
Un bar de tapas de Barcelona de toda la vida renovado que, por alguna razón, se ha puesto muy de moda. Ubicado en la frontera entre el Raval y Sant Antoni, El Pollo cuenta con una oferta gastronómica actualizada en la que las tortillas son su principal seña de identidad.
La clásica ya está buenísima, pero también la tienen de bonito y de setas con trufa, que hacen de este sitio de tapas un templo a la tortilla original.
📍 C/del Tigre, 31
Las croquetas de Pollería Fontana
No se trata de una pollería (para pollos a l’ast, aquí); tampoco está en Fontana, sino en el barrio de Gràcia.
Lo que si tienen en este restaurante de tapas son unas croquetas de pollo asado espectaculares, un homenaje (igual que el nombre del local) a los abuelos de su fundador, Nil Ros.
📍 C/ de Sant Lluís, 9
Las conservas de Quimet & Quimet, las mejores tapas de Barcelona
Conseguir que una barra especializada en conservas tenga este exitazo es muy meritorio. Quimet&Quimet es parada obligada en Poble Sec.
Su pequeño local con las paredes recargadas de botellas tiene todo lo que un amante de la comida enlatada podría desear: desde los más básicos (boquerones, berberechos, mejillones) hasta sus montaditos, como los nísperos con anchoas o el de salmón, yogur y miel trufada.
📍 C/ del Poeta Cabanyes, 25
Prueba los huevos fritos en Quim de la Boquería
Es cierto que no es un plato complicado. Cualquiera es digno de su abuela si ‘se sabe freír un huevo’. Pero tomarte unos huevos fritos en La Boquería (el templo a las tapas de Barcelona), acompañados de un roll de calamares con mayonesa de wasabi, es una recomendación que no esperabas encontrar en esta lista.
Quim Marqués se hizo hace unos años con su pequeño territorio en la Boquería, convirtiéndose en el poseedor de los taburetes más cotizados de la ciudad. A parte de unos huevos fritos, te recomendamos que te dejes sorprender por sus setas de temporada o las berenjenas.
📍 Mercado de La Boqueria, La Rambla, 91
Tortillas de todo tipo en el Tremendo Bar
Cerca del barullo de Plaza España, pero en un rincón escondido de Sants, se encuentra el Tremendo, un bar que merece la pena el viaje aunque vivas en la otra punta de la ciudad, sobretodo si te gustan las tortillas.
Las hacen de todo tipo, la última vez que fuimos probamos una de calçots con salsa romesco por encima. El calçot no estaba dentro de la tortilla, sino que lo tenías que sucar en ella. Si vas, tampoco te puedes perder su mítica tortilla de cebolla caramelizada o alguno de sus guisos, que poco tienen que envidiar a los de tu iaia.
📍C/ del Consell de Cent, 12
Torrezno de La Carol
La Carol es de esos sitios que ojalá hubiera más. De hecho, uno de los dueños es Alberto Moyano, creador del blog En ocasiones veo bares, se dedica a reseñar bodegas de las que le gustaría que hubieran más en Barcelona.
Se trata de una bodega de toda la vida, donde el torrezno es el emblema de su cocina. Lo traen directamente desde Soria y salen entre 25 y 30 kilos cada semana. También encontrarás madejas, chicharrón de Cádiz, y todo un surtido de embutidos.
📍C/ d’Aragó, 558
Guiso de albóndigas en La Cañada
La Cañada es un gusto. En la línea de los bares de toda la vida que se han remodelado para vivir una segunda vida, cambiando todo para no cambiar nada, La Cañada es de los que han dejado más cosas de toda la vida que nuevas. Cañas bien tiradas, buena música y una poca de buena comida bastan para que un bareta se sienta como una segunda casa.
Y entre las pocas tapas bien traídas están las albóndigas especiadas tipo marroquí, destino del exilio republicano de los abuelos de JuanPe González (Banda Municipal del Polo Norte), el impulsor de este bar junto al actor-artista Nico Baixas y Lina Ruiz. Esas albóndigas, junto al lomo de cerdo asado y algunos embutidos seleccionados de las españas, son la excusa para llegar, pero el ambientazo que hay asegurado siempre, el motivo por el que uno acaba quedándose.
Pimentel, roda al món i torna a tapejar al Born
La identidad hostelera del Borne es difícil, porque en un barrio donde nació la ciudad apenas quedan locales que nos recuerden a la ciudad. En un barrio gentrificado, con buena parte de su hostelería dedicada al turismo, la oferta es particular.
En pocos metros se concentran auténticas catedrales del dulce que ensombrecen a la catedral original y restaurantes que suman calidad pero que no siempre están hechos para representar la comida local ni para atender al día a día, a aquells vecinxs de Barcelona que buscan no tanto la excepción de salir a comer extravagancias en un barrio céntrico si no la cotidianeidad de tomar y picar algo debajo de casa un día cualquiera.
Para ellos, esperemos, ha nacido un poco el Pimentel, un bar bueno, bonito, barato que es lo que se le pide a un bar de barrio y que es, tristemente, una excepción en el centro de Barcelona. Un bar donde se cocina con ganas, como se hacía cuando se cocinaba para vecinxs y no para turistas y eso, en una cocina con chefs jóvenes, significa una carta donde casi todo nos suena a lo de siempre, pero nos apetece como si fuera nuevo.
📍 C/ dels Carders, 11
Público y su ensaladilla de mejillones en escabeche
Público, como buena parte de los restaurantes de Enrique Granados, es un proyecto de gran formato. Gran local, gran inversión, grandes expectativas. Pero a diferencia de muchos locales de esta calle, hechos demasiado para la galería, en Público han encontrado el equilibrio de construir un local que destila poderío con una oferta a la altura, que convierte a este restaurante (y bar, y tienda de vinos, y parrilla de pescados…) en una opción estupenda para darse un gran homenaje en la zona.
Lo dicho, Público es, en la entrada, una barra de pescado fresco donde elegir la pieza, si lo que uno quiere es pegarse un festival a lo grande. En medio del local es una tienda de vinos donde todas las botellas de la carta están expuestas y se venden a precio de coste (con un precio de descorche de 8€ si se quiere beber en mesa). Y al final del local, es un comedor que gira en torno a una cocina abierta, casi una barra de sushi, de donde uno ve salir grandes platos de cocina tradicional reformulados con gracia y muy bien ejecutados.
El ejemplo mejor su ensaladilla rusa con mejillone en escabeche. Pocos platos más reinterpretados que este, y pocos más acertados, últimamente, que esta versión, clásica en su núcleo pero bien acompañada por el ulzor de las gambas y el umami ácido del escabeche de mejillones.
Más: calamares rellenos. Platazo de la cocina catalana que escasea por el trabajo que lleva, y que aquí hacen mar i muntanya rellenándolo de butifarra negra, ceps y avellanas, con un suquet y fesolets de Santa Pau. Ojalá más calamares rellenos en Barcelona, ojalá un campeonate de este platazo, auténtico ejemplo de dominio en la cocina. Otros más clásicos: tartar sobre brioche, la ya clásica parmentier con huevo a baja temperatura, pero aquí con un foie planchado, todo untuosidad..
Y para beber, si uno puede dejarse acompañar de maridaje, que se deje. Si no, que no olvide permitirse una copa final de su vino dulce de garnatxa solera, hecho especialmente para ellos y conservado en una damajuana gigante en plena barra. Así se coronan los homenajes.