Muchos conocen la Museum Mile de Nueva York, que reúne los mejores museos en apenas un kilómetro de recorrido, o milla dorada madrileña, donde en pocos metros se apiñan las tiendas más lujosas de la ciudad. Lo que quizás muchos no saben es que en el centro de Barcelona se ha formado una milla dorada del dulce, un recorrido de apenas unos cientos de metros donde podemos encontrar hasta seis de las pastelerías más prestigiosas de la ciudad.
En este recorrido hay tiendas centenarias, tartas de queso instagrameables, dulces que son como joyas o el mejor cruasán de la ciudad. Todo ello en un recorrido de menos de cinco minutos que pasea entre las callejuelas medievales del barrio del Borne y siempre bajo la atenta mirada de la Catedral del Mar, el decorado ideal para un paseo donde el pecado de la gula es el protagonista.
Jon Cake, el pastel de queso que reina en Instagram
El recorrido empieza cerca del parque de la Ciudadela, en esta pastelería que solo elabora tartas de queso. Aunque está en una calle pequeña el local es fácil de encontrar: solo hay que buscar las colas que siempre hay delante.
Aunque abrió hace poco Jon Cake fabrica ya más de 600 pasteles a la semana. Sus cheesecakes de queso azul, idiazábal o brie son un éxito que tiene en Instagram un aliado clave. Comprar una porción cremosa, sacarle una foto y luego comérsela de camino a la próxima parada de esta ruta ya es una postal más que habitual en el centro de la ciudad.
📍 Carrer d’Assaonadors, 29
Pastelería vegana Hanai
A tan solo unos metros de Jon Cake encontramos este rincón paradisiaco para veganos y celíacos -aunque no solo para ellos-. Hanai es una pastelería «alternativa» en la que todos sus dulces están elaborados de forma artesanal, con ingredientes integrales y de gran calidad.
Están especializados en alfajores y tienen una oferta variadísima y deliciosa, desde alfajores de dulce de leche con chocolate blanco hasta de pistacho, de avellana o de tiramisú. En fin, un auténtico festín sin alérgenos, conservantes ni, como ellos mismos dicen, «cosas raras».
📍 Carrer dels Carders, 28
Turrones La Campana, dulces centenarios
No nos dará tiempo a que el café haga efecto. A apenas 50 metros de Jon Cake y Hanai, está Turrones La Campana, una tienda de dulces con 130 años de historia. En La Campana fabrican turrones desde que el bisabuelo llegó de Alicante, la tierra de origen de este dulce, en 1890.
La tienda, con el mismo aspecto de siempre, tiene mil anécdotas para contar y es historia viva de la ciudad. Se pueden averiguar algunas de estas anécdotas preguntando a las bisnietas del fundador mientras se prueba el turrón de yema que, dicen, es uno de los mejores de la ciudad.
📍 Carrer Princesa, 36
Demasié, los cinnamon rolls que provocan colas
Guardamos el turrón en el bolso para más tarde, porque la siguiente parada está a solo tres locales de distancia. Demasié es otro de los sitios que acumula colas en su puerta, esta vez para probar los esponjosos cinnamon rolls que fabrica y que son un éxito.
Sus decenas de variedades y ese olor que anuncia su presencia desde metros antes de llegar al local lo han convertido en una parada imprescindible para hacer una pausa y tomar otro café (¡este sin azúcar, por favor!) en esta ruta.
📍 Carrer Princesa, 28
Brunells, uno de los mejores cruasanes de la ciudad
Aunque acabamos de acabarnos el cinamon roll toca volver a la carga, de nuevo, muy cerca. A tres locales (sí, otra vez) de Demasié está Brunells, otro templo dulce de la ciudad. La pastelería es otro clásico con doscientos años de edad, que reabrió hace poco después de un tiempo de capa caída, ganando enseguida el premio al mejor cruasán de la ciudad.
Su reforma incluye una cafetería que recuerda a la fábrica de chocolates de Willy Wonka. Sentado en sus mesas uno puede probar los dulces tradicionales que se fabrican y ver a través de una vitrina como esos cruasans premiados salen del mismo horno que lleva dos siglos funcionando.
📍 Carrer Princesa, 22
Hoffman, la decana del dulce barcelonés
Acabamos este recorrido sin tiempo a quemar las calorías consumidas. Caminando doscientos metros llegamos a Hoffman, reina de la pastelería gourmet en la ciudad. Sus cruasanes también han ganado premios más de una vez, y es comprensible. Aparte de los clásicos, en sus vitrinas se exponen los que están rellenos de mascarpone, chocolate o pistacho, y que son pura gula.
Pero si se quiere llevar el dulce al siguiente nivel uno también puede probar los pasteles de diseño, verdaderas joyas, finas, delicadas y deliciosas, un broche final ideal para este paseo por el pecado de la gula.
📍 Carrer Flassaders, 44
El último bocado se puede dar paseando de camino a la catedral de Santa Maria del Mar, justo al lado, para hacer hacer sitio, expiar los pecados y pedir perdón (o no), porque seguramente volveremos otro día a pecar.