El turismo en masa vuelve a abarrotar las calles de Ciutat Vella. Lejos quedan ya aquellas imágenes históricas posconfinamiento en las que los niños jugaban frente a la Catedral o en la plaza de Sant Felip Neri, que entonces no lucían vacías, sino ocupadas por las gentes del barrio. Ahora las zonas más reclamadas por el visitante vuelven a llenarse y desde el Ayuntamiento quieren ponerle cierto freno a esta situación.
Así lo ha hecho saber el concejal de Ciutat Vella, Jordi Rabassa, en una intervención en Betevé. Rabassa ha asegurado que el cambio debería llegar este mismo verano y que pasaría por limitar el número de personas que acompaña a cada guía turístico, así como prohibir el uso de altavoces en estas visitas en barrios como el Gòtic, la Barceloneta o la Ribera.
Buen ejemplo de esta problemática es la mencionada plaza de Sant Felip Neri, donde «no puede ser que haya 12 grupos simultáneamente», apunta Rabassa, quien ya se ha reunido con asociaciones de guías turísticos que le han transmitido su intención no generar aglomeraciones que afecten a su trabajo y la vida de la comunidad residente. «De la misma manera que hemos regulado las plazas hoteleras, los apartamentos ilegales o las actividades económicas que tienen más impacto en los barrios del centro», dice, habría que regular el tránsito de visitantes por el espacio público.
Como cualquier otro vecino del barrio, Rabassa ha explicado que el simple hecho de caminar por sus calles se vuelve complicado y que el cambio pasa por convertir el espacio público en un lugar habitable para las vecinas y vecinos del lugar. “Cuando te sientes cómodo vas y lo ocupas […] Para que vengan los jóvenes, los vecinos. Si el espacio público se piensa para los vecinos y no para la foto conseguiremos desplazar al público visitante”, ha dicho el concejal haciendo alusión al ejemplo de las mesas, sillas y la fuente que se han colocado en la plaza de la Mercè.