El panot en B está delante del Centro Cívico Pere Pruna, en el 130 de la calle Ganduxer.
Barcelona se puede leer en L, se puede hacer una radiografía o un trazado de la orografía de la ciudad y hablar de su historia a partir de su suelo y de sus fachadas. De la muralla y de los edificios modernistas, claro, pero de las razones que hay en la selección del panot de flor (de cuya historia te hablábamos en este artículo) y de este otro panot (del que te hablábamos en este artículo), también.
La cuestión (una de las cuestiones) es que la historia la escriben los vencedores, que no podemos tener todo, que Amelie Nothomb escribe cuatro libros al año y solo publica uno. La cuestión es, entonces, que el hecho de que tengamos un panot u otro depende única y exclusivamente de la decisión de una (o varias) personas. Que hay modelos que nunca alcanzaron la fama porque no ganaron los concursos pero que podrían haber sido tan representativos de Barcelona como el panot de flor.
Sabido esto, en 2008, el Ayuntamiento de Barcelona, en una pirueta aún difícil de comprender, puso una nueva baldosa en un tramo muy preciso: delante del Centro Cívico Pere Pruna, en el 130 de la calle Ganduxer.
La baldosa instalada es (es y no era porque sigue ahí) un adoquín de 20×20, igual que el resto. Y de aspecto peculiar: cuatro bés mayúsculas giradas entre sí. La B, claro, es de Barcelona.
El proyecto, a la luz de los hechos está, no prosperó y sirvió para dos cosas: cosa número uno, demostrar y certificar que el panot de flor es difícilmente desbancable; cosa número dos, que en Barcelona hay un tramo que es casi edición ilimitada de panots incómodos y asimétricos.