Adiós a la Sala Sidecar… al menos tal y como la conocemos hasta ahora. Después de que los rumores se hayan propagado durante los últimos días hoy Roberto Tierz, el propietario de la sala desde su creación hace 41 años, ha confirmado que la sala se traspasa, y que a partir de enero se harán cargo de ella sus nuevos propietarios.
Así, el 31 de enero será el último día de la sala de conciertos más longeva de Barcelona, que pasará a manos de los propietarios del Bar Sauvage, en el Borne, que ya han explicado que convertirán la sala Sidecar en una coctelería, aunque mantendrán, como pedía Tierz como condición para el traspaso, la programación de conciertos y la plantilla de 24 trabajadores.
Como explican desde la sala, «lo que empezó en 1982, movidos por el amor a la música y empujados por un espíritu rebelde e inconformista, se ha mantenido a lo largo del tiempo sin perder la esencia. Pese a todas las dificultades que hoy en día supone, Sidecar ha mantenido un local en el centro de la ciudad abierto a todos y especialmente a los barceloneses».
¿Seguirá siendo una discoteca el Sidecar?
Aunque la sala mantendrá de momento su programación de conciertos y la discoteca y sesiones de música electrónica a la madrugada, la continuidad de la Sala Sidecar tal y como la conocemos hasta ahora es dudosa. Por lo pronto, los nuevos propietarios no quieren, de entrada, mantener el nombre, porque les suena «demasiado rockero» explica Tierz.
Actualmente, Sidecar tiene un 80% de público local, afirman sus dueños, y aunque no se conoce el objetivo a largo plazo de los nuevos dueños, el Bar Sauvage (uno de los varios negocios de hostelería que tienen en la zona), es uno de los muchos bares frecuentados por un público mayoritariamente extranjero que hay en el Passeig del Born.
Sidecar, una de las pocas salas con licencias de discoteca en una zona donde ya nos se dan este tipo de licencias, era un objetivo jugoso para todo tipo de empresarios del ocio nocturno de una zona gentrificada como la Plaza Real en particular y Ciutat Vella en general, por lo que está por ver el futuro de la sala.
Además, la sala ha salvado la programación de conciertos, más allá del romanticismo, por una cuestión monetaria: “Si dejaba de haber conciertos, los patrocinadores abandonaban el local y, por otro lado, la sala perdería las subvenciones que recibe”, explica Tierz en una entrevista a eldiario.es.
Una sala de conciertos que es historia de la ciudad
Roberto Tierz, dueño y creador de Sidecar, se retira a los 65 años porque ya no se ve con fuerza de seguir gestionando la sala de conciertos más longeva de la ciudad. Sus 41 años de actuaciones han visto pasar a artistas de la talla de Nick Lowe, Beach House, Manu Chao, New York Dolls, Alex Chilton, The National y Pete Doherty, que actuaron delante de las apenas 200 personas que caben en su mítica sala abovedada en el sótano de la Plaza Real.
El año pasado, la sala celebró su 40 aniversario y Tierz publicó el libro de memorias Este no es un libro del Sidecar, donde se explicaba buena parte de la historia de la sala. La actividad de Sidecar le ha valido una Medalla de Honor otorgada por el ayuntamiento de la ciudad en 2017. Ahora la sala icónica cambia de manos, con la duda de si volverá a merecer un distinción similar dentro de 40 años más.