Una pistola, 45 presos y 1.700km de túneles. A pocos metros bajo tierra existe una ciudad laberíntica y desconocida. Son las alcantarillas de Barcelona, y sí, las hemos ido a visitar.
Ni una señal, ni indicadores de las salidas de emergencias, es mejor no perderse en las cloacas de la ciudad. Aquí abajo no puedes utilizar Google Maps para saber dónde estás, y las pocas placas con nomenclaturas de calles están sólo para decorar los pasillos visitables. Los operarios cuentan que es mejor no ayudar a presos y terroristas a guiarse por la ciudad subterránea y evitar así hechos como los de 1978, cuándo 45 presos escaparon de la Model a través de la red de alcantarillado.
A escasos metros de la terraza de un bar en el cruce de Passeig Sant Joan con el Carrer València se accede a las alcantarillas de la ciudad. Aquí al lado, los clientes desayunan o toman una birra y unas bravas, pero poco importa, porqué el hambre se te corta de golpe cuándo se abren las puertas del subsuelo barcelonés.
Una visita repleta de túneles y cruces subterráneos
Primero, nos pusimos cascos y guantes y, agachados, bajamos unas escaleras y pasamos por un túnel con poca luz, claustrofóbico, que por suerte no era muy largo.
Una vez abajo, los pasillos y cruces se ensanchan. Hay rápidos, como en los ríos, puentes y grandes cauces de agua. La zona visitable, no obstante, es más tranquila, las aguas turbulentas solo se pueden ver de lejos y las ratas y el agua marrón bajan tranquilamente por canales más estrechos lejos de nosotros.
Barcelona Cicle de l’Aigua, SA, Ajuntament de Barcelona
Durante la visita, los operarios cuentan que, aunque hace años encontraron una pistola «de alguien que haría algo malo», lo más normal es ver tapones de toallitas y compresas. Ni cadáveres, ni armas ensangrentadas. Y es que estas visitas, gratuitas y para todos los públicos, no buscan enseñar recorridos morbosos por el subsuelo de Barcelona, sino que sirven para concienciar sobre el ciclo del agua de la ciudad.
En una Barcelona que tiene más de 1.700km de túneles de alcantarillado y en la que cada edificio esta conectado a esta red, cualquier toallita que tiremos al váter, o colilla que lancemos por una alcantarilla, tiene repercusiones en el subsuelo.
Puede parecer que no, pero nuestras acciones afectan más de lo que creemos a la red de alcantarillado, obstruyéndola y provocando malos olores en la ciudad.
Después de una hora bajo tierra, salimos de nuevo a la superficie por el mismo pasillo estrecho por el que entramos. Ahí nos volvimos a encontrar las mismas terrazas que vimos antes de entrar, recordándonos, que la Barcelona de la superficie y la del subsuelo nunca dejan de funcionar ajenas la una de la otra.
Si te quieres sumergir por una Barcelona desconocida y secreta, puedes visitar la red de alcantarillado reservando a través de la web de La fàbrica del Sol, ya que se trata de una actividad abierta a toda la ciudadanía.
📍Passeig Sant Joan, 91
💸 Gratis