Se acabó el búnker. Como quien cierra el patio para poner fin a una pelea sin mirar quién empezó la discusión, el Ayuntamiento ha decidido cerrar el espacio de las antiguas baterías antiaéreas, los famosos búnkeres del Carmel, para evitar los problemas de fiestas ilegales y botellones derivados de la masificación turística que estaba viviendo la zona desde hacía un tiempo.
Para hacerlo, el consistorio ha invertido 1.600.000 euros que han servido para vallar completamente la zona de forma que, a partir del 2 de mayo, el acceso al espacio estará vetado a las fiestas ilegales de turistas, pero también a cualquier vecino de la ciudad que quiera disfrutar con tranquilidad de una de las mejores vistas de la ciudad.
El vallado perimetral ha dejado seis puertas de acceso que se abrirán a las 9:00 horas y cerrarán a las 19:30 horas en horario de verano y a las 17:30 horas en horario de invierno. Las entradas a las vallas están en la calle de Marià Labèrnia, en la calle Labèrnia, vertiente sur –acceso al mirador–, vertiente sur –acceso al depósito de agua–, camino oeste –acceso hacia la vertiente norte–, vertiente norte –acceso hasta el centro de información del MUHBA–. Próximamente se añadirá otra puerta, situada en el mirador norte.
La Guardia Urbana ha avisado de que, a pesar del cierre, mantendrá dispositivos de control para evitar concentraciones de turistas y conductas incívicas.
De esta manera, al igual que con el vecino el Park Güell, que hace unos años empezó a cobrar entrada para limitar las masificaciones turísticas, limitando con la medida el acceso a los vecinos (que también han de pagar el acceso a un parque público), los búnkers pasan a estar en la misma situación, en una tendencia que afecta a una zona alta de la ciudad que, al parecer, tiene que elegir entre cerrar los ojos para dormir o abrirlos para disfrutar de las vistas que ofrecen los miradores de su barrio.