Cualquiera que celebre la llegada de los Reyes en su casa habrá sufrido los males habituales del roscón: un bollo dulcísimo relleno de cremas o natas todavía más subidas de azúcar y coronadas por unas frutas confitadas que, aunque no parecen gustar a nadie, son una ley no escrita y de obligado cumplimiento en este dulce.
No todos los roscones son iguales, y aunque hay algunos mejores que otros, en todos manda el dulce. Hasta ahora. Escribà se ha cansado de recibir quejas sobre la pesadez de los roscones o el odio hacia las sempiternas frutas confitadas, y por eso ha lanzado el que dicen, es, «el roscón de Reyes más ligero del mundo».
El roscón lleva nata montada, merengue con poco azúcar cocido al horno y a baja temperatura y, en lugar de fruta confitada, plumas de chocolate de colores. De momento, solo fabricarán 150 unidades que deben encargarse con anterioridad en la web de la pastelería o por teléfono. Si tiene éxito lo más probable es que la ligereza también empiece a imponerse en el dulce más tradicional de la llegada de los reyes a la ciudad.