
El pollo frito japonés ya tiene su templo en Barcelona, se llama Fry House, acaba de abrir en c/ de la Unió, 13 (en el Raval, curiosamente, a solo 100 metros del Kentucy Fried Chicken de las ramblas) y es el primer restaurante de la ciudad especializado en karaage: el pollo frito nipón, jugoso por dentro y crujiente por fuera, marinado por días y servido en cubos para comer con las manos o en hamburguesas que no tienen nada que ver con las de siempre.
Pero esa es la cuestión, acaba de abrir. ¿Por qué un restaurante que apenas ha subido la persiana tenía ya, antes de hacerlo, casi 30.000 seguidores en Instagram que no habían probado aún ni un bocado de ese famoso pollo frito?
El Puto Ken, el chef que es de todo, menos chef
La respuesta a la pregunta está, principalmente, en el cocinero del garito. Se llama Ken Umehara, o más conocido como el Puto Ken. Un artista y diseñador gráfico japonés que lleva 20 años en Barcelona y que es como una figura conocida en el mundillo artístico barcelonés, ya sea por sus diseños o por sus propuestas culinarias, que mezclan la asesoría de sitios de comida japonesa fina como en Narita en Cadaqués, pop-ups de comida callejera en sitios variados o esta última aventura, un local de hamburguesas de pollo frito japonés.
Han sido estos 30.000 seguidores los que han puesto la mira en un local pequeño del Raval que es el primer local especializado en hamburguesas japonesas de Barcelona y quiere, sobre todo, hacer delivery de sus hamburguesas. Para empezar a conocer la propuesta, la clásica, con pollo, lechuga, pepinillos encurtidos caseras y salsa bearmiso (adivinad de qué es).
En segundo lugar, aunque a nosotros nos gustó más, la Japanese, que suma salsa de soja y de sésamo, y en tercer y cuarto, la americana, con queso y bacon añadido a la ecuación y la vegana, opción que también defienden aquí.
El cubo de pollo frito japonés, el sueño que faltaba por cumplir
Pero lo que más nos gustó de la propuesta fue el JFC (Japanese Fried Chicken) un cubo de karaage, o pollo frito japonés donde pringarse las manos cogiendo pollo y las patatas fritas que aquí hacen con nori, y que son de lo mejor de la casa.
Para conseguirlo, aquí el pollo(siempre contramuslos deshuesados, nunca pechuga) se marina en más de 30 especias por 30 horas, para luego rebozarlo en una mezcla de harina de arroz y otras (la fórmula de Ken tiene muchos secretos) y finalmente freírlo por seis minutos.
Finiquítalo todo con las salas (ojo el golden dripp, con mostaza y sirope de arce y a su ketchup picante) y, atención, con su sake en lata, que sale fresquito y que combina perfecto con el pollo, justo para salir un poco bamboleante, con las manos sucias y el estómago lleno, caminar cien metros y mirar al KFC con los ojos altivos y orgullosos de un príncipe manga que sabe que ha encontrado a otra princesa por la que luchar.