Seguramente hayas pasado por delante de ella decenas de veces al salir de Barcelona por Gran Vía. Masiva y apabullante, la Ciutat de la Justícia es imposible de obviar, un conjunto de edificios mastodónticos construidos en la frontera entre Barcelona y L’Hospitalet que representan, con bastante acierto, el peso inexorable de la justicia.
Lo que quizás no te habías preguntado al pasar por ahí era quién era su dueño. Debido a su situación, frente a la carretera de salida de la ciudad, por la Ciutat de la Justícia se pasa o, peor, se va, y ninguno de los dos momentos es favorable a pararse a mirar el conjunto de edificios y a preguntarse, ¿Quién lo habrá diseñado?
La respuesta adquiere ahora un significado especial. David Alan Chipperfield, el autor de la Ciutat de la Justícia, acaba de ganar el premio Pritzker, convirtiéndose en el mejor arquitecto del mundo del 2023, y atrayendo nuestra mirada sobre un edificio por el que tan pocas veces habíamos preguntado.
Una casa para la justicia sobre una casa para los militares
El conjunto de Chipperfiel se encuentra a caballo, literal, entre Barcelona y L’Hospitalet de Llobregat. Los diez edificios se dividen entre las dos ciudades, y están construidos sobre el terreno que ocupaban los antiguos Cuarteles de Lepanto, un cuartel militar de principios de s.XX.
Como si fuera una metáfora de la evolución (deseable) de los tiempo, la casa de la justicia se construyó sobre la casa de los militares, y un edificio que representa a la justicia social ha venido a sustituir a otro que representa la justicia militar.
El emplazamiento se escogió porque los cuarteles habían quedado obsoletas, y pocos solares de este tamaño tenían una situación que permitiera el acceso fácil en cualquier transporte y estuviera bien conectada con el aeropuerto. Anteriormente, todo el servicio de justicia estaba disperso por 17 edificios entre Barcelona y L’Hospitalet, con los problemas correspondientes. La unificación de todo este trabajo en un solo centro viene a facilitar el trabajo de los funcionarios y el acceso a la justicia para los ciudadanos.
¿Qué esconde la Ciutat de la Justícia?
Para crear una Ciutat de la Justícia, David Chipperfield concibió, junto b720 Arquitectos, un conjunto de ocho de edificios de distintos colores que se interconectan y orbitan alrededor de una plaza central, que busca ser una plaza pública. Cuatro de esos edificios están conectados y el principal, el edificio atrio, es el distribuidor de todas las personas que llegan, un espacio más luminoso en su interior de lo que augura su exterior.
La intención de estos volúmenes de distintos colores (seis colores para ocho edificios) y de distintas orientaciones es jugar con el espacio y crear perspectivas particulares.
Según Chipperfield, «la composición espacial del complejo pretende romper con la imagen rígida de la justicia, estableciendo un equilibrio entre las diferentes zonas de trabajo, los espacios públicos y el paisaje». No obstante, lo más llamativo del conjunto, desde el exterior, es su aspecto de jaula, con unas fachadas, iguales en todos los edificios, que recuerdan a los barrotes de una celda, en un estilo común en otras obras del arquitecto.
Esta fue una crítica que recibió el conjunto por parte de sus vecinos en el momento de su inauguración en 2008, como recoge este reportaje de El País. La otra crítica que recibió el conjunto es la falta de espacios verdes, en una zona, L’Hospitalet, que ya adolece de falta de ellos.
A pesar de estas críticas, la Ciutat de la Justicia recibió en 2010 el premio del Royal Institute of British Architects (RIBA) a la «excelencia arquitectónica» que reconocer aquellos edificios que “aportan valor a la vida de la gente” en palabras de la presidenta de la RIBA.
Independientemente de las opiniones diversas, la Ciutat de la Justícia se ha revelado como una herramienta eficaz para centralizar la actividad judicial de Barcelona, y se ha convertido en un elemento arquitectónico destacado del sky-line de la ciudad a su entrada por Gran vía.
Un enamorado de España
Como se explica en un artículo de Madrid Secreto, un artículo reciente de El Debate define a Chipperfield como un arquitecto enamorado de España. Y no es solo porque tenga su casa de veraneo en Corrubedo (A Coruña). Aparte del edificio barcelonés, Valencia tiene un edificio del arquitecto en el puerto y Madrid, de un modo más discreto, un proyecto de vivienda social.
El Museo ICO de Madrid, de hecho, acogió entre 2015 y 2016 una exposición que recopilaba 30 de sus proyectos y de los que se destacaba la preocupación del Chipperfield por la composición y la armonía.El reconocimiento del arquitecto londinense sobrepasa las fronteras españolas y tiene construcciones en Alemania, Estados Unidos, Italia o Japón. Algunos de sus edificios más icónicos son el Museo Jumex de Ciudad de México o el Museo fluvial y del remo en Henley-on-Thames.
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