Las maneras más obvias de conseguir unas vistas privilegiadas sobre la ciudad son subir a una montaña o coger un ascensor. En Barcelona hay parques con vistas y hoteles con terrazas elegantes y espectaculares donde disfrutar de un picnic o un cóctel con la mirada puesta en las azoteas de la ciudad. Pero también hay bares de a pie, que llaman a sus mesas en el exterior terrazas, y no rooftops, y donde todavía se sirven más cañas y cafés que cócteles y brunch.
Y como no siempre es fácil encontrar este tipo de sitios en Barcelona, en esta lista traemos algunos más conocidos, pero también otros más secretos, que abrieron hace poco, que no salen en las guías… así que ya sabes, coge algo para leer, y vete a tomar un café en las alturas.
Casal Mas Guinardó, el bar que buscamos
Probablemente uno de los buenos secretos de la ciudad. El Casal Mas Guinardó es el centro cívico de un barrio, el Guinardó, que, como Vallcarca, se alza sobre la ciudad con la tranquilidad de quien lo ha hecho siempre y disfruta desde niño del privilegio que otros descubrieron de mayores. Es la definición del tipo de bar que buscamos en esta lista, bares normales con vistas espectaculares. Menú de mediodía a 10 euros, bocadillos de toda la vida y una carta de tapas clásicas pero hechas con buen cariño. Y a comer en la terraza, en las mesas de aluminio y plástico sin glamour, pero con una de las mejores vistas de la ciudad.
Plaça de Salvador Riera, 2
Merbeyé, donde Loquillo escribió su canción
El bar al que cantaba Loquillo en la canción Cadillac Solitario, hablando, justament, de las vistas sobre la ciudad: «En el Merbeyé, a mis mi ciudad». Ese Loquillo ya no es el mismo de entonces, y las noches que describe en su hit, dormido, borracho y fumando en su Cadilllac, con la ciudad bajo él, probablemente tampoco, pero el Merbeyé sí que sigue ahí, quizás menos bohemio, pero igual de imponente en las alturas de Barcelona. Su decoración (y su carta) de coctelería clásica y las vistas imponentes invitan a la melancolía, y a pensar en una noche de la Barcelona de otros tiempos, donde quepa la posibilidad de escaparse de madrugada a tomar una última copa en el cielo de la ciudad.
Plaça del Dr. Andreu, 2
El Rincón, su nombre lo dice todo
De cuando Barcelona no estaba pendiente de Instagram y las alturas de la ciudad no estaban cotizadas. El bar el Rincón es de esa clase de bares cuyo nombre define al local, del estilo de otros genéricos habituales como puedan ser bar La Esquina o restaurante La Terraza. El Rincón está situado en el rincón de un edificio que se adapta a la esquina de una calle estrecha, una construcción estrecha y angulosa del barrio de Vallcarca.
El bar, construido cuando Vallcarca era un barrio humilde y no la vía de paso al Park Güell, mantiene el aspecto de entonces. Ni una concesión a la modernidad, mesas de madera y sofás de escay que no parecen responder a los ventanales anchos y preciosos del lugar, que ofrecen una vista impecable sobre el Pont de Vallcarca y la montaña del Carmelo. Entre los clientes, gente de barrio que, como el bar, se sientan a leer el diario sin prestar mucha atención a las vista: es la suerte de vivir cada día en las alturas.
Avinguda de la República Argentina, 162
Mirablau, el otro clásico del Tibidado
La otra joya de Collserola invita con su nombre a quedarse embobado mirando al mar, que está justo al otro lado de la ciudad. El Mirablau es la casa para comer o beber de muchas generaciones de barceloneses que han querido o impresionar a su acompañante, o que se han dejado impresionar la primera vez que han subido. Ser el que sorprende o el sorprendido es una suerte pareja en un sitio donde hay un restaurante que mantiene el nivel y en una discoteca que permite salir a bailar a la montaña sin tener que salir de Barcelona.
Plaça del Doctor Andreu, s/n
La guingueta de Proa a la mar, en segunda línea de mar
Tomar algo con vistas al mar se ha convertido, por desgracia en Barcelona, en un privilegio. No existe una birra casual frente al mar, si no chiringuitos playeros con precios de turista o restaurantes de mantel donde hace falta reserva. Por suerte, la Guingueta, humilde, se esconde en segunda línea de mar, delante del Hospital del Mar, al otro lado del paseo marítimo de la Barceloneta, pero aún con una terraza soleada y vistas soberbias sobre el agua.
Sus sillas de aluminio diseminadas por la explanada parecen querer disimular la localización de privilegio del lugar, de aquellos que hacen que una caña sepa mejor solo por estar sentado ahí. El bar, además, es un proyecto de economía social y solidaria que busca fortalecer el tejido local. Para hacerlo, aparte de una buena terraza, bocatas creativos y tapas con cuidado que, por suerte, aún pasan desapercibidos escondidos como están tras la primera línea de mar.
Plaça Charles Darwin, s/n
Espai Mireia, salir de Barcelona para admirarla
A veces, ya lo decíamos, hay que salir de Barcelona para poder admirarla en su plenitud, y para disfrutar de esos lugares que en la ciudad, por desgracia, no tienen sitio. El Espai Mireia está en la parte de la falda de Collserola que corresponde a Esplugas. Saliendo en coche por la Diagonal el viaje no dura menos de 10 minutos, y el esfuerzo invertido vale la pena.
Como una especie de merendero moderno, el bar es un local diáfano y luminoso con paredes que permiten mirar hacia afuera. Afuera hay una terraza de escándalo que domina toda la zona sur de la ciudad, y desde la que se ve Montjuic, la Zona Franca, el aeropuerto y la costa cuando ya se pierde en dirección hacia Sitges. En las mesas habrá familias y grupos de amigos que en lugar de cocinarse una calçotada, pedirán las tapas creativas que salen de la cocina o sus arroces. Toda una experiencia de lujo que nos recuerda que aún quedan sitios así en Barcelona (o justo al lado de ella)
Plaça de Mireia, Esplugues de Llobregat