En cierto modo, puede llegar a tener sentido hablar de parques y jardines en términos de oasis. A saber, un oasis es el paraíso entre la monotonía kilométrica de la arena; un parque es el paraíso entre la monotonía kilométrica del asfalto. Y en Barcelona, dada su disposición geométrica, es más peculiar incluso: donde esperas un chaflán y otro bloque de hormigón, a veces te encuentras toda una oda al verde.
1. Jardines de Mercé Rodoreda
Un homenaje literario sin precedentes conocidos. Ese puede ser un buen punto de partida para definir los Jardines de Mercè Rodoreda. Unos jardines que funcionan como parque de atracciones de sus libros y como original análisis de su obra.
Y me explico. En los Jardines de Mercè Rodoreda no hay secuoyas. Pero no las hay no porque no arraiguen en el terruño Mediterráneo (que también). No las hay porque no las mencionó en sus libros. Por si no se entendiera: los Jardines de Mercè Rodoreda están formados (exclusivamente) por plantas, árboles y flores que alguna vez aparecieron mencionados en sus libros.
Dónde: Avinguda de la República Argentina, 131X
2. El jardín de la Tamarita
Hablar del jardín de la Tamarita es hablar de una finca de dos hectáreas que, en tiempos muy pretéritos, perteneció a la familia Craywinckel -pura aristocracia belga-. La casa les pertenecía en el Siglo XVII, hecho del que cabe suponer que dicha casa era al centro de Barcelona casi lo que hoy Barcelona puede ser Sant Boi de Llobregat. No porque las distancias se ensanchen, sino porque sin urbanismo de por medio las distancias parecen mayores.
El tema es que la finca fue comprada mucho más tarde por el jeque del algodón Llorenç Mata. Tuvo que ser su sobrino Alfred quien encargara el proyecto de lo que hoy sería la Tamarita al arquitecto Nicolau M. Rubio.
Dónde: Passeig de Sant Gervasi, 47
3. Jardines de Mossèn i Costa Llobera
Vaya por delante de todo, quizás lo más relevante de los jardines de Mossèn Costa i Llobera es la variedad. Una variedad que es susceptible de generar priapismo en un entendido de la materia. Hay 800 especies. Una colección única, natural y pública de plantas exotiquísimas. Hay arboles mediterráneos, sí, pero lo que destaca son las cactáceas. Y entre ellas un oreocereus neocelsianus que tiene doscientos años.
Dónde: Ctra. de Miramar, 38
4. El jardín del Palau de les Heures
El jardín del Palau de les Heures (hiedra, por cierto, en catalán) es un remanso de paz casi sin parangón en Barcelona. Algo que contribuye a esta tranquilidad casi palpable es que el Laberinto de Horta hace de pantalla.Mientras este último se erige en protagonista absoluto, quienes preferimos los jardines del Palau de les Heures, lo disfrutamos con la calma de quien conoce su ciudad.
Como somos conscientes de que las dos razones argumentadas son tan subjetivas como insuficientes para invitar a una visita, podemos seguir enumerando encantos. Y decir que su geometría simétrica o su simetría geométrica son inefables. Que el jardín es de estilo renacentista, que los diseñó Adrià Piera y que en 1999 los restauró Patrizia Falcone (restauradora de varios jardines barceloneses como el Laberinto de Horta), que está estructurado en tres terrazas, que su valor paisajístico no cabe en una foto panorámica, que hay esculturas, manantiales y estanques, que crecen palmeras, magnolias, acacias, cedros, naranjos, encinas.
Dónde: Aquí tienes cómo llegar
5. Sot de l’Estany y Sot de la Masia
Detrás del MNAC, en Montjuïc (ah, Montjuïc, cuánta historia desconocida entre todas esas hectáreas), hay dos hondonadas, dos zonas más hundidas con respecto a las que hay a su alrededor. Este detalle es importante porque justifica la existencia del árbol.
Decíamos que hay dos hondonadas. Dos zonas diferenciadas en orografía y en nombre. Una es Sot de l’estany y otra es Sot de la masía, pero la que nos interesa es la primera. De la segunda solo diremos que se llama así porque hay ahí un edificio construido por la Asociación de Ganaderos.
6. Jardines de Moragas
Los Jardines de Moragas, escoltados por tres paredes, están en el cruce entre la calle Tavern y la calle Calaf. Y una de las razones por las que (si no eres del barrio) merece la pena gastarse dinero en el metro para ir a verlo es por la vasta variedad medioambiental. Palmeras, pinos, cedros del Himalaya, castaño de indias, falsas pimientas. Con el punto a favor, además, de que fueron plantados hace unos cuantos cientos de años y tienen una raigambre considerable.
Mención aparte merece la historia de su titularidad y el personaje que les da nombre. Francesc Moragas, prohombre barcelonés que contribuyó al crecimiento de la ciudad desde una perspectiva liberal y progresista, donó los terrenos de su casita a las afueras a la ciudad. Y la ciudad lo convirtió en parque y lo remodeló en 1959.
Dónde: entre la calle Tavern y la calle Calaf.
7. Jardín de la Casa Ignacio Puig
Oasis: “Sitio con vegetación y a veces con manantiales, que se encuentra aislado en los desiertos arenosos de África y Asia”. Ni desierto, ni arena ni África ni Asia. Entonces, ¿por qué todo aquel que visita el Jardín de la Casa Ignacio Puig? Bueno, sí, estamos siendo más papistas que Benedicto XVI. Evidentemente es por la fortaleza alegórica de la palabra.
No es desierto, sino todo lo contrario: es bullicio y son coches y son hordas de turistas. Y no es el alivio de quien encuentra el agua. Es la quietud que rompe con el bullicio. Es la calma no antes ni después sino durante la tormenta.
Dónde: La entrada es por Hotel Petit Palace Opera Grade (Boquería, 10)
8. Parque Cervantes
El Parque Cervantes, ubicado en el barrio de Pedrables, es el premio para aquellos que recorren la Avenida Diagonal corriendo o en bicicleta. Tras varios kilómetros realizando deporte, llegamos a un precioso parque ubicado en la punta de Barcelona y poco conocido incluso por los barceloneses. El Parque Cervantes cuenta con zona de parque infantil, zona de hierba, fuentes, árboles, flores,… todo lo que uno puede esperar de un parque, pero además, destaca por su increíble pérgola donde florecen un total de 245 variedades de rosas cada año.
Dónde: Av. Diagonal, 706
9. Laberinto de Horta
Ubicados en la zona de Horta, lejos del centro turístico de Barcelona, encontrarás los preciosos jardines de Horta. Se trata del parque más antiguo de la ciudad. Tiene varios jardines de distintas épocas y estilos. La estrella del parque es el Laberinto: muy divertido para ir con niños pero también para pasear con tu pareja. La entrada es gratis los domingos.
Dónde: Passeig dels Castanyers, 1
10. Jardines del Mirador del Alcalde
Hay un capítulo en el que Homer le explica a Marge lo que es una megatienda. “Mega”, es bueno. Y “tienda”, que es cosa. Pues lo mismo con los Jardines del Mirador del Alcalde. “Jardines”, que es bueno. Y “Mirador”, que es cosa.
En fin, estupideces a un lado: los Jardines del Mirador del Alcalde son un lugar privilegiado de Barcelona. Y lo es porque no aparece en las rutas turísticas como el ABC de las visitas y, por ende, no está especialmente atestado. Aunque, claro, vivimos en Barcelona: es difícil esperar que algo esté profundamente vacío.
Nota: este artículo fue inicialmente escrito por varias personas del equipo de redacción de Barcelona Secreta.