La sequía persistente que sufre Catalunya continúa, y la llegada del buen tiempo, sin lluvias a la vista, no hace presagiar que la situación haya de mejorar en el corto plazo. Barcelona ya lleva varios meses en alerta, con medidas preventivas para el ahorro del agua que, si bien se pueden notar en algunos puntos de la ciudad, no afectan directamente al consumo del agua de los barceloneses.
Pero ante la persistencia de la falta de agua, el Ayuntamiento de Barcelona ha incorporado varias medidas al plan de emergencia contra la sequía que incluyen afectaciones al uso de agua corriente. En el peor de los casos, el consistorio prevé reducir la presión de la red de suministro de agua o realizar cortes parciales por franjas horarias.
La reducción de la presión afectaría a los pisos más altos, mientras que los más bajos no notarían apenas esta restricción. Actualmente, Barcelona ya tiene puestas en marcha medidas que afectan a la limpieza de las calles, al riego de las plantas y al uso del agua en fuentes ornamentales.
Una de las medidas adoptadas es la limitación de las dotaciones de agua por persona, fijadas por el Goven actualmente en 230 litros por persona y día. En declaraciones a La Vanguardia Eloi Badia, conseller de Transición y Emergencia Climática de Barcelona, ha afirmado que ve «con preocupación» como, mientras Barcelona está de media en 170 litros, otros municipios superan los 500 l.
A un 10% de reservas de agua de empezar las restricciones
Estas restricciones, anunciadas por el conseller de Transición y Emergencia Climática de Barcelona, Eloi Badia, forman parte del plan local de la ciudad para afrontar la sequía. Ante la escasez de agua, la Generalitat ha pedido a los gobiernos municipales que elaboren planes detallados de ahorro de agua.
Actualmente, los embalses de las cuencas internas de Catalunya se encuentran de media, después de 30 meses sin lluvias importantes, al 27% de su capacidad y el Govern prevé que la fase de emergencia empiece cuando los pantanos alcancen el 17%. En el caso de los embalses que abastecen específicamente a Barcelona, su estado es aún más preocupante, a solo un 15% de su capacidad.
El agua de Barcelona llega, en su mayoría, de las cuencas de los ríos Ter y Llobregat, aunque, desde hace un tiempo, las desalinizadoras del Llobregat y de Tordera -que normalmente trabajan al 10 o 15%-, trabajan al 100% para proveer una pequeña parte del agua potable de la ciudad.
Un verano de riesgo
La situación actual de los embalses hace prever que, si las precipitaciones siguen sin llegar de forma sustancial, las peores previsiones pueden cumplirse, y las restricciones de agua llegarían a Barcelona hacia finales de agosto y principios de septiembre.
Desde la Agència Catalana de l’Aigua (ACA), prevén varios escenario junto con la Agencia Estatal Meteorológica (AEMET), según los cuales la primavera y su época de lluvias, que empiezan ahora, habrían de traer agua suficientes como para devolver los embalses a estadios algo más tranquilos.
Según la ACA, para que los embalses vuelvan a una situación de normalidad, y pasen del 27% actual a un 60% de su capacidad, hacen falta 500 litros de lluvia por metro cuadrado en un período de dos meses, lo cual equivale a toda la lluvia que cae habitualmente de media en Catalunya.
Esta situación, excepcional también, dejaría los embalses en una fase de pre-alerta aliviando,al menos momentáneamente, la urgencia, pero dejando a los embalses lejos de su capacidad total.