La Boqueria pide ayuda. El gran mercado de Barcelona, icono de un estilo de vida (el barcelonés) y una gastronomía (la mediterránea) es, desde hace unos años, el símbolo de uno de los grandes temas polémicos de la ciudad (el turismo).
Cualquier usuario del mercado que se haya paseado por sus paradas en la última década habrá notado una realidad palpable: el mercado ya no es para los barceloneses. El aumento de las paradas dedicadas a la venta de comida rápida (con los zumos como principal estandarte) dedicadas a los turistas le ha ganado la partida, claramente, a las paradas de producto pensadas para los locales.
Y si bien esta tendencia ya hace muchos años que se cuece, tras la pandemia (a pesar de las llamadas de los comerciantes de La Rambla a recuperar al cliente local durante el cierre de las fronteras) se ha aguzado, y comprar en La Boqueria sin verse arrastrado por masas de turismo es ya imposible.
Un plan estratégico para un mercado con más turistas que barceloneses
La Asociación de Comerciantes presentó hace algo más de un año un Plan Estratégico con el que busca sentar las bases de futuro de un mercado que ya tiene más turistas que vecinos caminando por sus pasillos y que espera que eso siga siendo así.
El documento es una serie de 42 propuestas que buscan modificar el espacio y ordenar la transformación del mercado hacia un futuro eminentemente turísitico. La transformación descarada de buena parte de las paradas en espacios de fast-food se ha producido de forma incontrolada, y la asociación quiere ahora regular, que no reducir, este avance, ya que, explican que el mercado, estando donde está, no puede hacer nada si su público es mayoritariamente extranjero.
Por eso, algunas de las peticiones pasan por la propuesta de que algunas paradas puedan incluir espacios de degustación con mesas, destacar las paradas que utilicen productos de proximidad, el permiso para convertir paradas cerradas en espacios pop-up o, incluso, ocupar con mesas la plaza de Gardunya, donde actualmente se instala el tradicional mercado de «pagesos» con producto directo del campo.
Desde la Asociación piden que en el Ayuntamiento atiendan estas peticiones y explican que en La Boqueria la demanda establece la oferta, y que un mercado como este, que lleva activo desde 1840, no puede sobrevivir ahora con los clientes de sus barrios colindantes, el Raval y el Gótico o el resto de vecinos de Barcelona.
Por eso, desde la Asociación concluyen que, aunque la intención es mantener las paradas de producto fresco, el aumento del turismo, que se espera que continúe, obliga a la transformación que está viviendo un mercado donde cada día es más habitual tomar un zumo y comer una paella prefabricada, y más extraño comprar los ingredientes necesarias para prepararlos.