El avistamiento del salto de una ballena rorcual estos días cerca de las playas de Barcelona ha disparado las alarmas, ¿En Barcelona hay ballenas? Acostumbrados como estamos a las medusas, las gaviotas y esos pececillos grises y comunes que a veces nadan entre nuestros pies al bañarnos en la Barceloneta, hemos olvidado preguntarnos qué otros animales comparten playa con nosotros. Los más asiduos al agua quizás hayan visto pulpos enganchados en los bloques de piedra de los espigones o hasta langostas, pero el fondo del mar de Barcelona esconde un zoológico salvaje que pocos hubiéramos imaginado.
Julia Gostischa es la bióloga marina que ha fotografiado desde el barco de Mar a la Vista a la ballena que aparece en las fotos que se han hecho virales. En las excursiones para avistar cetáceos que realizan en su empresa, Julia explica todas las especies de animales que nadan frente a nuestras costas. Curiosamente, la ballena rorcual común, la que se vio ayer, es una de las más habituales en recorrer este tramo. La costa occidental mediterránea forma parte de su viaje migratorio, que va desde el Atlántico Norte, donde se reproducen, a la zona del sur de Francia, donde se alimentan. Sus barbas filtradoras, capaces de procesar 70 mil litros de agua de un bocado para separarla del kril, pueden llegar a verse a una decena de kilómetros de la costa, sobre todo, entre los meses de febrero y junio. Y aunque esta ballena, grande como dos autobuses, el segundo animal de más tamaño en el mundo, es impresionante, no es el único cetáceo que podemos ver en nuestras costas.
Los delfines, los otros barceloneses
Los barceloneses con un poco de memoria y suerte recordarán que los delfines se acercaron a nuestras playas cuando la ciudad durmió por la pandemia. Julia explica que el delfín listado y el común son, justamente, algunos de los habituales de nuestras playas. El primero, con líneas negras y blancas en el lateral, y el segundo, reconocible por su mancha amarilla, son especies de aguas profundas. Aún así, el delfín listado se puede llegar a ver en los grandes grupos de los que le gusta formar parte, creando espectáculos de manadas de delfines que saltan y nadan sincronizados.
Otra especie de delfín que, según Julia, «se encuentra más en los acuarios que en la playa» es el delfín mular, una especie más grande que las anteriores, de entre 3-3,5 metros, que tienden a ser más costeros, ya que se alimentan de especies de fondo y en la costa no han de bajar tanto. Para los biólogos es un gran animal, ya que socializa mucho con otros de su especie dándose mordiscos en la aleta que las hacen fácilmente reconocibles para los fotógrafos que les hacen seguimiento. Por desgracia, para los cazadores también lo es. Un animal que se acerca a la costa, fácil de capturar e inteligente como para aprender trucos y cabriolas de las que se hacen en el zoo. Por ello el delfín mular, un barcelonés más, se puede ver a veces en la playa de Barcelona, pero siempre en su Aquarium.
El zoológico submarino
El zoológico bajo el mar de Barcelona no es el Aquarium. En 2003 la ciudad instaló de arrecifes submarinos a la altura del espigón de la Mar Bella para fomentar el crecimiento del ecosistema. Dicho y hecho. Son 365 estructuras artificiales de hormigón que, apiladas en cinco áreas, situadas entre la playa de Sant Sebastià y el espigón de Bac de Roda, acaban creando un área de 11 kilómetros cuadrados que sirben de hábitat para las hasta 300 especies más submarinas más barcelonesas.
Las más grandes son las langostas, las doradas, los pulpol y los meros. Los más pequeños son los más vistos al bañarse: bancos de castañuelas, algunos salmonetes, sargos, bogas, doncellas, muchos nudibraquios (especies minúsculas de moluscos sin concha) y hasta rayas eléctricas. Todo un ecosistema submarino disponible para los buceadores de la ciudad.
Animales marinos y dónde encontrarlos
Los delfines no fueron los únicos en acercarse a la costa de Barcelona durante la pandemia. Unos superbuceadores, los cachalotes, también llegaron a venir. Pero no son las úncas grandes bestias que nadan por aquí. Están el calderón gris y el común, peces de seis metros de largo, con un aspecto curioso: cuerpo y cara de delfín, pero sin el morro. Las aletas del calderón gris se reconocen por ser de un intenso color blanco, y al calderón común porque le gusta interactuar y asomarse a la superficie a mirar a su alrededor como si fuera un periscopio. Finalmente, será difícil, pero por nuestras aguas también está el Zifio de Cuvier, el animal con el récord mundial de inmersión conocido: 2997 metros de profundidad, en inmersiones que duran una hora y media y de las que salen apenas pocos minutos para respirar y volver a sumergirse.
Pero no solo de cetáceos vive la playa de Barcelona. En nuestras aguas también está el Pez Luna, una rareza por ser su esqueleto de hueso y no de cartílago, como la mayoría de peces. También hay, atunes, recuperados tras una época de sobrepesca; algunas especies inofensivas de tiburones, como la tintorera; manta rayas, la medusa pelagia, la más dolorosa de las habituales en el Mediterráneo e incluso tortugas. La más común, la tortuga Boba, de cerca de un metro de largo, es difícil de ver en nuestras aguas, pero se puede llegar a encontrar.
Por último, Julia también habla de las aves marinas. Aparte de las palomas y las gaviotas, por Barcelona pasan en sus migraciones Frailecillos Atlánticos, una especie preciosa con el pico de colores vivos. También el alcatraz atlántico, las pardelas... En definitiva, el mar de Barcelona tiene una fauna inimaginable nadando bajo la superficie de sus aguas.