La solidaridad es contingente. Hoy se es solidario, mañana quizá se deje de serlo. Está supeditada a la posibilidad: hoy se puede, mañana no. Y cuando esta solidaridad a condición falla, quienes no tienen mucho más a lo que aferrarse quedan como estaban, con una mano delante y otra detrás.
Aún resulta difícil medir las consecuencias sociales que traerá consigo la crisis sanitaria del Covid-19. Hay quienes hablan de un escenario peor del que dejó 2008. Suele decirse que lo peor está por venir. Para algunos, las cosas no podrían empeorar mucho más.
Juan Umbert lleva desde finales de marzo dando de comer a quienes no tienen otra alternativa a través de su iniciativa Food for Good. Umbert es el fundador de MakeEat, una empresa dedicada a la innovación en la hostelería, y tiene claro que la innovación será lo último que vuelva a ponerse en marcha en el sector. El 18 de marzo se sentó con sus colaboradores para trazar un plan. El día 24 estaban cocinando. Repartieron 50 menús a comedores sociales. Tres días después repartieron 600. Hoy dan 1.000 al día.
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Food for Good ayuda a quienes, por no tener, no tienen ni las sobras de otros. Reparten sus menús a comedores sociales y albergues que no dan más de sí. «Hay entidades o comedores sociales abiertos que debido a las restricciones no pueden funcionar con normalidad. Como normalmente reciben comida que sobra del sector HORECA (hosteleria, restauracion, cafeterias y caterings) y esto está todo cerrado, no tienen sobras de nada, no tienen ningún desperdicio para poder aprovecharlo, no tienen recursos. O les dan bocadillos, pero no hay derecho a alimentarse un mes de bocadillos», explca Umbert.
A Umbert le indigna que sean ellos, la iniciativa privada, quien tenga que garantizar una necesidades básicas. «No sabemos hasta cuándo durará. Los voluntarios tendrán que volver a trabajar, el Hotel Gran Plaza, que es donde estamos cocinando, tendrá que volver a abrir, los proveedores de fruta y verdura no siempre podrán estar ahi, etc. Esta sociedad está mal hecha si hay gente que se queda sin comer. No hacía falta el coronavirus para verlo. Ahora ya nos estamos encontrando con familias que se debaten entre pagar su casa o comer. Entonces pagan el alquiler y van a pedir comida fuera«, se lamenta.
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Food for Good no son los únicos arrimando el hombro ahí fuera. Umbert menciona algunos: Comer Contigo, World Center Kitchen (del chef José Andrés, que está repartiendo unas 3.000 comidas al día), Health Warriors. Asegura que junto a Comer Contigo han repartido unas 60.000 comidas este mes, es decir, «unas 20.000 personas no hubieran comido este mes sin nuestra ayuda». De los cinco voluntarios que conforman su equipo, nadie cobra nada. También agradece a sus proveedores, que le han entregado 46 toneladas de comida gratuitamente.
Umbert será un ejemplo mientras pueda permitírselo. Son las aristas de la solidaridad: como se pueda y hasta que se pueda. Sin garantías, sin demasiadas promesas. Y estalla ante los menús escolares que diseñó la Comunidad de Madrid para las familias en riesgo de exclusión. «Me parece una vergüenza, qué país de pandereta. ¿Cómo vas a alimentar a niños con pizzas? Nosotros tenemos una dieta básica y equilibrada. Legumbres, proteínas, hidratos. Es echarle cabeza y corazón, pero lo fácil es conectar a grandes marcas para que te solucionen los problemas.»