Da igual si te gusta el mar o la montaña, o si eres más de campo o de río. La primavera ha llegado a Barcelona, y hay pocas épocas más agradables para caminar por la ciudad que esta, cuando los días empiezan a alargarse y donde la temperatura vuelve a ser agradable sin el agobio de los calores veraniegos.
Para disfrutar de esta época nada como un buen paseo al aire libre, y por ello hemos diseñado unas rutas para todos los gustos y que permiten visitar caminando zonas de la ciudad que escapan de los recorridos más habituales.
Río: Los jardines fluviales de Besós
El Parc Fluvial del Besós es, quizás, uno de los espacios naturales más importantes recuperados para la ciudad en los últimos años. En la novela «Paseos con mi madre» Javier Pérez Andújar recuerda como de pequeño, cuando cruzaba el río desde la barriada de Sant Adrià donde nació, a orillas del Besós, notaba como, cuando metía las piernas en el agua de un río sucio y contaminado, la corriente hacía que todo tipo de basura le golpeara las piernas.
Y aunque la imagen de un río imposible fue habitual hasta hace poco, en los últimos años el Ayuntamiento ha recuperado este espacio, hasta construir un parque de nueve kilómetros que va desde el mar hasta la confluencia con el río Ripoll, y que con su recorrido une las ciudades de Barcelona, Sant Adrià, Santa Coloma y Montcada i Reixac. Por el camino, una explanada verde a lado y lado del río, y animales como las pollas de agua, garzas reales y ánades reales que demuestran la buena salud del río.
Las opciones obvias para este paseo son caminarpor la ribera del río, hacer un picnic o echar una partida de fútbol o frisbee. Pero para los curiosos de la ciudad, un paseo tan largo permite observar joyas menos obvias de lo habitual pero igual de interesantes. Desde las tres chimeneas de la térmica de Sant Adrià, ya abandonadas, al barrio de casas bajas de Bon Pastor, los núcleos urbanos de los antiguos pueblos de Sant Andreu y Santa Coloma de Gramanet o el tramo de Rec Comtal (el canal que abastecía de agua a Barcelona en la edad media) que aún existe en Montcada i Reixac.
Montaña: Montjuic, la montaña de los secretos
El gran (des) conocido de la ciudad. La montaña de Montjuïc fue uno de los grandes descubrimientos de los barceloneses durante la pandemia, que, obligados a pasear, descubrieron el gran pulmón verde de Barcelona. Sin embargo, seguramente nunca llegaron a descubrir la montaña del todo, ya que una de las magias de este parque es que siempre revela algún secreto nuevo.
Un buen paseo por la montaña de los judíos (sí, este es el significado original del nombre, ya que en la Edad Media el cementerio judío estaba aquí) puede empezar en Plaza España, bajo las torres venecianas que se construyeron para la exposición universal de 1929. La vista de la montaña desde ahí es majestuosa, con la Fuente Mágica y el MNAC de fondo. Podemos caminar hasta el museo, y para desviarnos del recorrido más habitual, rodearlo y entrar, justo detrás del museo, a los Jardines de Joan Maragall y recorrerlos hasta el Palauet Albéniz, uno de los secretos mejor guardados de la montaña, un palacete que servía de residencia a la familia real cuando venía a Barcelona, y que ahora está abierta al público.
Desde ahí se puede bajar por la avenida Miramar hasta la Jardines de Joan Brossa, con sus instrumentos musicales gigantes. Subiendo por el parque hasta su acceso superior llegaremos al Mirador del Alcalde, con unas vistas imponentes sobre el puerto y el litoral de la ciudad, y de ahí hasta el Castillo. Lo podemos rodear por fuera de la muralla, caminando casi sobre el mar y llegando a la zona de picnic del Mirador del Migdia, donde en verano se organizan calçotadas.
Ahí ya empieza la bajada. Podemos tomar los senderos por el bosque hasta el Passeig del Migdia y seguir bajando por aquí hasta el Passeig Olímpic, detrás del Palau Sant Jordi. Remontamos el Passeig y rodeamos el estadio olímpico. De ahí solo nos quedará seguir bajando por l’avinguda de l’Estadi, pasando por delante de las piscinas olímpicas o por el Pueblo Español, caminando tranquilamente de vuelta a las Torres Venecianas donde empezamos nuestra ruta.
Campo: El Parc Agrari del Baix Llobregat, el huerto de Barcelona
El desarrollo frenético de finales de siglo hizo que Barcelona contaminara sus ríos, y que también olvidara sus raíces agrícolas. Por suerte, de un tiempo a esta parte esta tendencia se ha invertido, y la ciudad cuida cada vez más su patrimonio natural. El Parc Agrari de Barcelona es un huerto gigante que, aunque está atravesado por las diferentes carreteras de acceso a la ciudad, es un gran testimonio de la ciudad agrícola de otro momento, y una despensa estupenda de la que salen productos que son pura denominación de origen Barcelona.
El Parc Agrari del Baix Llobregat es una extensión de huertos y espacios naturales que comprende hasta 14 municipios que van desde Caltelldefels hasta el Prat de Llobregat, por la costa, hasta Sant Vicenç dels Horts remontando el margen del río, pasando por Hospitalet, Sant Feliu de Llobregat… En definitiva, un espacio de naturaleza al lado de Barcelona, que conecta a la capital con los pueblos que bordean un río cuya cuenca fue, desde la época de los romanos, la huerta de la ciudad.
La mejor manera para acceder al Parc Agrari desde Barcelona es coger la L5 de metro hasta la para Cornellà Centre o las líneas R1 y R4 de Cercanías hasta la parada de Cornellà. Mejor si se puede llevar una bici. Desde ahí solo habrá que cruzar un puente peatonal sobre la carretera, y de ahí acceder a una zona de huertos por la que podemos caminar por horas, viendo plantaciones de la famosa alcachofa del Prat i corrales del pollo Pota Blava, la raza autóctona de la zona. Para probarlos, nada como informarse de alguna de las muchas rutas de tapas o recomendaciones que da la Asociación de Gastronomía y Turismo del Baix Llobregat y acabar cerrando un paseo redondo por el campo.
Mar: Caminar por el litoral barcelonés sin mirar al mar
Nada tan relajante y agradable como acercarse al mar y caminar mirando al infinito. Sin embargo, caminar por el mar mirando a la ciudad, viendo como esta se abre hacia el agua también puede ser interesante para aprender un poquito más sobre la Barcelona en que vivimos. Este paseo, de poco menos de cinco kilómetros (la longitud del litoral barcelonés), es, también, un paseo por la historia de la ciudad.
Empezamos muy al principio, en el monumento a Colón al final de las Ramblas. El monumento es un icono que la ciudad construyó en su primera Exposición Universal para dar la bienvenida a los turistas que llegaban en barco. El mar ha sido siempre clave para la ciudad (y el motivo del nacimiento de la ciudad en este enclave). Desde Colón también podemos ver el edificio de las Atarazanas Reales, el lugar donde en la Edad Media se contruían los buques de guerra de la Corona.
Desde Colón caminamos por el paseo marítimo hasta el Museu d’Historia de Catalunya. Frente a nosotros quedará el Maremagnum, un centro comercial construido sobre un antiguo puerto pesquero. El Museu mismo es un antiguo almacén portuario reconvertido en equipamiento público. De aquí caminamos por el Paseo Juan de Borbón, dejando a nuestra derecha el puerto de los yates de lujo, uno de los signos de la Barcelona más turística y encarando el W Hotel (u hotel Vela, para los barceloneses), otro de los símbolos del turismo en Barcelona, tan criticado como el puerto de yates, y, a día de hoy, uno de los símbolos del litoral barcelonés.
Desde ahí, recorreremos el Passeig Marítim de la Barceloneta-Oriol Bohigas, dejando a nuestra izquierda el antiguo barrio marinero, y caminando por un paseo que se construyó cuando, para los Juegos Olímpicos, se decidió derribar todos los chiringuitos que poblaban esta zona y que había que atravesar para poder acceder al mar. Llegaremos a las torres Mapfre, la puerta de entrada a la Villa Olímpica y a las playas del Bogatell, la LLacuna, la Mar Bella… Todo el espacio que Barcelona reconvirtió en playa para esos famosos Juegos del 1992, y que hicieron que una ciudad obrera y pesquera pasara a convertirse en la ciudad playera y radiante que es hoy Barcelona.
La zona de playas permite un paseo agradable dejando a nuestra izquierda el Poblenou y los diferentes parques con que la ciudad reformó su fachada litoral. El camino nos llevará hasta el Fórum. El parque se construyó en 2004 para el Fòrum de les Cultures, un evento que quiso emular el éxito de los Juegos de 1992 y las reformas urbanísticas que se produjeron entonces, remodelando completamente una zona, la que ahora ocupa el parque, tradicionalmente abandonada por la ciudad. El final de este paseo, y una de las obras más representativas de este espacio, es la placa solar, que desde el extremo opuesto del litoral, parece alzarse para saludar al hotel Vela y para permitirnos admirar la belleza del paseo que acabamos de recorrer.