Barcelona quiere acabar con los clubes cannábicos de la ciudad. Así lo dio a entender con el final de la licencia hace unos días para este tipo de clubes en Ciutat Vella, y ese mensaje ha reforzado ahora con el cierre repentino de 30 de los poco más de doscientos clubes cannábicos que hay en la ciudad.
Según ha avanzado El Periódico y ha confirmado TV3, el consistorio ha ordenado el cierre a partir de septiembre de 30 asociaciones en las que se han detectado irregularidades, y el objetivo es acabar clausurando todas las de la ciudad.
De momento, la forma de proceder es ordenar el cierre del club entre seis meses o dos años, en función de la irregularidad detectada, dando 10 días a las entidades afectadas para presentar alegaciones.
Los clubes denunciados son producto de medio centenar de inspecciones realizadas en los últimos tres años, que han revelado los clubs que han provocado más quejas vecinales. Un tercio de ellos está situado en Ciutat Vella y en el Eixample.
El tercer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona, Albert Batlle, ha dejado claro, en declaraciones a TV3, que la voluntad del consistorio es «acabar» con los clubs cannábicos ya que considera que son el origen de muchos «problemas de convivencia».
¿Qué es un club cannábico y por qué se puede fumar marihuana dentro?
Un club cannábico, o asociación cannábica, es un espacio privado donde los entusiastas del cannabis pueden reunirse y consumirlo en un ambiente controlado y seguro. La idea es que estas asociaciones funcionan como entidades sin ánimo de lucro, en un entorno privado y alejado de la vía pública.
El problema es que ninguna de las actividades relacionadas con el cannabis, desde el cultivo, la compra conjunta o mancomunada, la dispensación hasta el consumo se encuentran reguladas en ninguna normativa, por lo que estas asociaciones se mueven en un gris legal que depende de la interpretación puntual de cada caso de las autoridades, cuerpos de seguridad y en última instancia de los Tribunales de Justicia.
En la práctica, al menos en Barcelona, muchos de estos clubes se han convertido, de facto, en lugares de compra-venta y consumo de marihuana, creando espacios que sirven para comprar y consumir de forma regulada y en un entorno seguro, y con droga que tiende a buscar ciertos estándares de calidad.
Estos clubes existen en la ciudad desde 1991, pero empezaron a crecer alrededor de 2011. Los distintos intentos de regularlos han chocado con la Justicia, que siempre ha considerado que la marihuana es una droga y, por tanto, la única administración que puede legislar es el Gobierno central.
Pero en 2021 el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, al tiempo que anulaba una normativa del ayuntamiento para regularlos, prohibía “promover el consumo, la venta y el cultivo” en estos espacios. Desde entonces, el PSC los tiene en el punto de mira y, ahora que ha llegado al gobierno busca, finalmente, su disolución.