Desde el pasado 10 de mayo hasta el 24 de septiembre, la Fundació Joan Miró acogerá entre sus exposiciones temporales la obra del artista Tuan Andrew Nguyen, «Nuestros fantasmas viven en el futuro», en la que refleja su experiencia vital como hijo de refugiados de la guerra de Vietnam.
La historia de vida de Nguyen es, sin duda, su motor de creación y convierte su obra en una experiencia cruda a la par que conmovedora. Tuan Andrew Nguyen nació en Saigón en 1976. Sus padres huyeron del país durante la migración de «La gente de los barcos» tras la guerra de Vietnam y se establecieron en los Estados Unidos como refugiados. Es a partir de esta experiencia personal que el artista desarrolla gran parte de su trabajo artístico.
En esta exposición, Nguyen lleva a cabo una propuesta artística que gira en torno a las consecuencias humanas y materiales de las dos guerras de Vietnam, libradas por Francia y Estados Unidos. Pero su obra no se queda ahí, sino que también entabla un diálogo entre Joan Miró y Alexander Calder, dos exponentes del arte occidental durante la época de la Guerra Fría.
Proyectiles y bombas utilizados en la guerra de Vietnam
La exposición, comisariada por Martina Millà, presenta algunas de las instalaciones de vídeo más impactantes de Tuan Andrew Nguyen, que exploran temas como la memoria, el trauma y el legado de la guerra.
Además, el visitante también puede ver una selección de esculturas realizadas con bombas desechadas y proyectiles de artillería abandonados de la guerra de Vietnam. Las esculturas se presentan colgadas del techo, en diferentes tamaños y de tonos dorados y plateados.
A pesar de una primera impresión llamativa, e incluso agradable y estética, la naturaleza de estas obras empuja continuamente a una reflexión acerca de las consecuencias humanas y materiales de la guerra. En toda su obra, además, se ven las claras influencias de los artistas Joan Miró y Alexander Calder, con quienes Nguyen se propone establecer un diálogo.
Esto se hace a través de los personajes de las películas proyectadas, de sus instalaciones y de las obras de arte y objetos representados en estos proyectos. Tal y como lo describe la propia fundación: «Calder se reencarna en el cuerpo de una mujer vietnamita, una bomba sin explotar habla de su futuro mientras es enterrada y detonada, cartas escritas y leídas a progenitores distanciados o difuntos tienen el poder de evocar y perforar legados familiares.»