No es sorpresa, y a pesar de honrosas excepciones que ayudan a mantener la fe, lo cierto es que la tónica en Barcelona es clara: los negocios históricos desaparecen. El último en anunciarlo ha sido la Granja Vendrell, una granja que, con más de 100 años de edad, dice adiós (por segunda vez) a la ciudad.
O hasta luego. Es un adiós extraño. La Granja Vendrell (Carrer Girona,59) ya cerró en 2019 después de que Demetri Vendrell, propietario histórico, se jubilara pero lo acabara cediendo después de unos meses de cierre a Arianna Grau, que es quien se ha hecho cargo hasta ahora.
Ha sido ella quien ha anunciado ahora que la Granja cierra porque ella se dedicará a los eventos privados, pero que los propietarios del local (y de la marca y la licencia) esperan reabrir en breve manteniendo la esencia de la Granja cuando encuentren a un granjero o granjera que quiera hacerse cargo.
Un cierre doble
La Granja Vendrell vienen teniendo una historia turbulenta. Demetri Vendrell, de los Vendrell que pusieron nombre a la granja, se jubiló en 2019 a los 65 años, sin sustituto familiar que se hiciera cargo del negocio. Por ello, cerró unos meses en los que el rótulo histórico (unas letras de los años 40 protegidas por el catálogo municipal de establecimientos emblemáticos) desapareció y luego fue recuperado.
Arianna Grau tomaría el relevo después manteniendo el espíritu del local y su decoración, pero dando un aire nuevo con una carta de platos tradicionales de inspiración italiana (Grau venía de dirigir el restaurante italiano Meneghina, en el Born), sumándol la oferta tradicional de desayunos, cafés y nata para llevar.
Al parecer esta oferta no ha funcionado, y Grau ha anunciado en instagram que «Construimos nuevos proyectos y de momento estaremos haciendo eventos privados y abiertos a todos en espacios alternativos. Gracias infinitas a todos por hacer que el proyecto Granja haya sido especial y bonito. Eventos… y seguimos compartiendo».
Ahora, la granja Vendrell permanecerá cerrada en una calle Girona que se revaloriza tras la peatonalización, por lo que los dueños confían en encontrar pronto un nuevo granjero para dar una tercera vida a este local histórico.