Las abundantes obras que está viviendo la ciudad no dejan de revelar restos del pasado que se esconde bajo nuestros pies. Si hace unos días la reforma de Laietana destapaba la tumba de un romano de más 1500 años de edad, estos días las obras de la superilla del Eixample han revelado una masía del s.XV en lo que hoy es el pleno centro del Eixample.
Ha sido en la calle Girona, entre Mallorca y la av. Diagonal. Como explica u Las obras de perforación han encontrado en este punto el sótano de una finca agrícola de unos cinco siglos de antigüedad, aunque los arqueólogos aún no saben a ciencia cierta si se trata de restos del s. XV o del s.XVI.
La finca conserva unas escaleras por las que descender dos metros, en una masía que probablemente fue destruida durante la Guerra dels Segadors, como podrían indicar las balas de cañón encontradas en su interior. Lo más probable es que la finca destruida no se volviera a rehacer y que encima suyo se hicieran otro tipo de construcciones.
Además, en la finca se ha encontrado otro resto curioso: un fragmento de porcelana china que correspondería a la época del reinado del emperador Wanli de la dinastía Ming, entre 1570 y 1620. Según explica Marta Lucas, arqueóloga responsable de la intervención de la empresa Global Mediterránea Geomática en un reportaje de La Vanguardia, “Estas importaciones son bienes de lujo, muy de entornos eclesiásticos o monásticos, porque son las dotes que la gente daba para entrar a los conventos o tipos de órdenes religiosas”
Bajo el asfalto del Eixample está el campo
Todo esto antes era campo. La frase que hemos oído mil veces en boca de nuestrxs abuelxs define perfectamente la realidad que nos revela el hallazgo de una masía en pleno Eixample barcelonés: su pasado rural.
Hasta el derribo de las murallas medievales de la ciudad en 1952 y la construcción del Eixample a finales del s.XIX y principios del s.XX, la plana de Barcelona, el llano que separaba la antigua ciudad (lo que ahora es Ciutat Vella) de los municipios colindantes (Gràcia, Sarrià… lo que ahora son barrios de la ciudad), era una zona rural poblada por masías y campos de cultivo que alimentaban a su entorno y que construían un paisaje muy distinto del que podemos ver ahora.
De la misma manera que el descubrimiento de una tumba romana bajo Laietana revela el pasado romano de la antigua Barcino, esta masía nos habla del pasado rural de un Eixample que, hasta hace no tanto, estuvo regado por un canal que alimentó a todas esas masías que lo poblaban.
Lo mismo con los raíles de tranvía que se han encontrado bajo el asfalto del Eixample en las mismas obras (y que se conservarán en ciertos tramos) o los adoquines, que nos hablan de un Eixample pasado pero más reciente pero distinto al presente actual. En definitiva, el suelo de Barcelona esconde secretos (y pasados) que solo piden rascar un poco la superficie para ser descubiertos.