Quedamos a las 19:30 h. en el Passeig del Born. Es julio y hace un calor agradable que te da ganas de pasear mientras cae la tarde. Mientras esperamos, nos surge la pregunta del por qué empezar la ruta en el barrio del Born cuando parece que todo empuja a pensar que hablar de la prostitución en Barcelona pasa por otros barrios como el Raval.
De pronto, a lo lejos, aparece Violet. No nos habíamos visto nunca pero no cabe duda de que es ella. Alta, con tacones y vestido de animal print. Uñas de colores, pelo cobrizo y rizado y un cigarro de liar en la mano. Ya desde la lejanía desprende una energía arrolladora, que instantáneamente remite a aquellas dos formas de vivir la transexualidad de las que hablaba Camila Sosa Villada en ‘Las malas’: la furia y la fiesta trans.
Violet (@violetanoesuncolor), mujer trans, trabajadora sexual y técnica de intervención social, transporta consigo una faceta de la historia de Barcelona. Justo por eso es la cicerone perfecta para adentrarnos en el mundo de la prostitución -y más concretamente de la prostitución trans- en la ciudad.
La respuesta a nuestra primera pregunta llega rápido: “¿Por qué La Putiruta no se inicia en el Raval? Porque eso significaría querer entender la historia desde los ojos de hoy y la prostitución de Barcelona viene de un camino mucho más largo.”
«En el carrer de les Mosques hi ha un espectacle a fosques»
El recorrido histórico que haremos a lo largo de la tarde toma como punto de partida, espacialmente, el Carrer de les Mosques, e históricamente, el siglo XVII. Al hablar de la calle más pequeña de Barcelona, Violet nos cuenta de dónde vienen refranes que perviven hasta hoy, como «En el carrer de les Mosques hi ha un espectacle a fosques» («en la calle de les Mosques hay un espectáculo a oscuras») que hacía referencia a un antiguo y popular burdel localizado en esta calle.
La información y las anécdotas históricas no paran de aparecer y Violet las cuenta con tal desparpajo y seguridad que apenas han pasado 15 minutos del inicio de la ruta y ya no sabes si tienes respuestas o simplemente más preguntas. Porque sí, el recorrido es histórico pero, como todo, también político, y en todo momento salpicado por la situación actual, lo que te empuja constantemente a reflexionar y deconstruir todas las ideas sobre la prostitución con las que habías salido de casa.
Anécdotas que relatan la historia viva de Barcelona
A lo largo del trayecto nos cruzamos con otros grupos turísticos y el contraste es tal que parecemos los protagonistas de alguna sitcom. Ellos van hablando de cosas como los orígenes romanos de la ciudad o las corrientes arquitectónicas de los edificios de Ciutat Vella.
Mientras escuchamos su relato de fondo, a nosotros Violet nos cuenta cómo, durante una procesión de Semana Santa allá por el siglo XVII, las prostitutas de un burdel se asomaron al balcón para ver los pasos y rezar, pero el rechazo y los abucheos del resto de personas fue tal que acabaron respondiendo a los ataques orinándoles encima, algo que les costó ser encerradas en un monasterio durante las Semanas Santas de los años siguientes.
Son este tipo de relatos los que nos dejan claro que La Putiruta no es un tour cualquiera. Las historias que estamos escuchando las 20 personas que asistimos a la ruta quedan muy lejos de aquellas que aparecen en los panfletos turísticos y que, fácilmente, podrían haber sido sacadas de Wikipedia. En definitiva, muy lejos de la historia que se suele vender a los cerca de 20 millones de turistas que llegan a Barcelona cada año.
Una ruta que nos habla desde las propias carnes
En nuestra ruta no hay datos demográficos ni nombres de arquitectos o de reyes, pero hay experiencia e historias contadas desde las propias carnes. Violet nos habla de la prostitución desde la postura de una trabajadora sexual trans y, aunque el trabajo de documentación es exhaustivo y salta a la vista, sus propias vivencias bañan y completan cada historia.
Entre las anécdotas y los datos históricos, se cuelan explicaciones como qué había que tener en cuenta en el franquismo para ejercer como prostituta trans. Por qué en una esquina, por qué bajo una farola y, sobre todo, por qué cerca de un contenedor, que según el contexto podía convertirse en el mejor aliado para esconderse de las autoridades.
Estas explicaciones no se ubican en un punto concreto de la ciudad y por eso, Violet nos las presenta en un callejón cualquiera del Barrio Gótico. Esta escena refleja de forma muy acertada el espíritu de esta ruta, en la que las historias y anécdotas atraviesan la ciudad en su conjunto y no se sitúan en lugares específicos señalizados con carteles.
La ruta nos llevará por el carrer d’Avinyó, por el carrer d’en Carabassa o por La Rambla, pero en cada parada se hará más explícita esta idea: La Putiruta no va sobre el suelo que pisas, sino sobre una revisión de la memoria de un colectivo que, aunque omnipresente, ha sido borrado de los libros de historia de Barcelona.
Puntos clave de la Barcelona de la prostitución
Para entrar de lleno en la historia de la prostitución en Barcelona te recomendamos hacer como nosotros y recorrer la ruta completa de la mano de su organizadora, Violet Ferrer, impulsada por la compañía Tirititrans Trans Trans y el Centre LGTBI de Barcelona. Para hacerlo puedes reservar en su página web.
Mientras tanto, si quieres tener algunas referencias para tu próximo paseo por Ciutat Vella, aquí te dejamos algunos de los puntos que ilustran parte de la memoria de las trabajadoras sexuales en la Ciudad Condal:
- Las carassas: se trata de cabezas de piedra que recrean diablos, medusas u otros seres «demoníacos». Se instalaban en las paredes de los burdeles para poder identificarlos y, mediante su simbolismo, dejar claro que entrar en ellos era entrar en el pecado y lo prohibido. Algunas de las carassas que todavía se pueden encontrar están en el Carrer de les Panses o en el Carrer de les Mosques.
- El burdel de Avinyó: hablamos del local número 44 de la calle Avinyó, en el Barrio Gótico. A día de hoy lo ocupa el restaurante Xeixa pero, en el siglo pasado, se trataba de un burdel en el que Picasso se inspiró para pintar uno de los cuadros más importantes de su obra y del arte contemporáneo: Las señoritas de Aviñón.
- Los agujeros del suelo de La Rambla: en la parte baja de La Rambla, en el Restaurante Amaya, se pueden observar expuestas las baldosas de mármol que algún dia formaron parte del mismo suelo de La Rambla. Estas lucen agujeros que reflejan las huellas de los afilados tacones de las prostitutas que, durante décadas, ejercieron en esos edificios y, en los tiempos de espera, recorrían la Rambla dejando rastro -todavía visible a día de hoy- de su taconeo.