La calle Parlament es, probablemente, uno de los primeros grandes ejemplos de gentrificación en Barcelona. Si las ciudades se gentrifican desde su centro hacia afuera, colonizando los barrios en coronas concéntricas, en su momento fue natural que Sant Antoni fuera el primer barrio en gentrificarse tras la turistización de los barrios de Ciutat Vella.
En este proceso, la calle Parlament, una calle que conecta el Raval con Poble Sec, se convirtió en el centro del proceso, pasando de ser una calle inocua a un pasaje de ocio lleno de bares, librerías y locales de diseño, una pequeña Enric Granados de Sant Antoni, donde los alquileres subieron drásticamente arrasando con buena parte de los locales antiguos. Pero no todos, algunos, como el mítico Bar Bodega Gol, sobreviven, pero no por mucho. Tal y como informa Iker Morán en este artículo del medio gastoronómico Hule y Mantel, este local, estupenda casa de tapeo preolímpica tiene, como la mayoría del comercio tradicional de la zona, los días contados.
Morir con condiciones
La casa de algunos de los mejores callos, cap i pota y fricandós de la ciudad está en venta. Para hacer efectivo el traspaso piden 140.000 euros de traspaso y 2.300 euros mensuales de alquiler, prometiendo una , “la alta facturación mensual” gracias a un ticket medio de entre 20 y 30 euros y el alto volument de facturación propio de la zona.
Pero sobre todo, quien quiera hacerse con el local tendrá que respetar otra condición importante: mantener su condición de bodega. Por eso no hay cartel de traspaso. Los dueños, que se hicieron cargo del local tras la pandemia, se vuelven a Galicia, pero quieren que el negocio quede en manos de alguien que entenda la filosofía de esta casa abierta en 1943.
De momento el anuncio, colgado en septiembre del año pasado, recibe peticiones, pero esta condición, hace que no acabe de cuajar, y convierte a los actuales dueños en una rara avis en una Barcelona donde todo corre pero un pequeño reducto de Sant Antoni sigue determinado a sobrevivir. No sabemos cuál es la magia del Bar Bodega Gol, más allá de sus recetas de escándalo, para haber sobrevivido a la gentrificación de Parlament y, ahora, a un nuevo traspaso. Pero amamos esa magia y ojalá siga por muchos años más.